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EDITORIAL: Televisen los juicios federales de Donald Trump

Más de tres docenas de demócratas de la Cámara de Representantes firmaron una carta instando a que los juicios federales del expresidente Donald Trump sean televisados. La idea tiene mérito, pero estos funcionarios electos podrían tener cuidado con lo que desean.

A principios de este mes, casi 40 demócratas en la cámara baja solicitaron formalmente que la Conferencia Judicial, que actúa como formulador de políticas para el poder judicial federal, relajara las reglas que actualmente prohíben las cámaras en las salas de los tribunales federales y “autorice explícitamente la transmisión de los procedimientos judiciales en los casos de Estados Unidos de América vs.Donald J. Trump”.

El esfuerzo, encabezado por el representante Trumpfóbico Adam Schiff, demócrata por California, está redactado en un lenguaje que enfatiza la importancia de la transparencia y la accesibilidad.

“Dada la naturaleza histórica de los cargos presentados en estos casos, es difícil imaginar una circunstancia más poderosa para los procedimientos televisados”, decía la carta. “Para que el público acepte plenamente el resultado, será de vital importancia que sea testigo, lo más directamente posible, de cómo se llevan a cabo los juicios, de la solidez de la evidencia presentada y de la credibilidad de los testigos”.

Sin duda, el representante Schiff y su equipo también confían en que el grandilocuente Trump dirá o hará algo que pudiera dañarlo políticamente. Pero esa es una tirada de dados arriesgada.

Trump es una estrella de reality shows que se siente cómoda y con plena confianza frente a una cámara. Su inesperado ascenso a la Casa Blanca en 2016 puede atribuirse en parte a su capacidad para mantener la atención de los medios y usar los canales de comunicación modernos a su favor. Es al menos igual de probable que los juicios televisados le ayuden con los votantes en lugar de perjudicarle.

Quienes se oponen a la transmisión de los juicios argumentan que creará un incentivo para la disrupción y potencialmente se convertirá en un circo inmanejable que abrume a la búsqueda de justicia. También plantean el potencial de que fanáticos políticos amenacen y pongan en peligro a testigos y jurados.

Pero existe un largo historial de juicios televisados en tribunales estatales que se llevan a cabo con integridad. En su mayor parte, esos eventos han demostrado ser útiles para educar a los contribuyentes sobre las complejidades del sistema judicial y, al mismo tiempo, aumentar la confianza en el resultado de los procedimientos. En cuanto a poner a los participantes en peligro, en ausencia de amenazas específicas, la especulación no debería ser una justificación para limitar la apertura.

Los juicios de Trump no tendrán precedentes y serán un punto de gran división entre los estadounidenses. Esa es una razón de más, como señalan los miembros de la Cámara, para maximizar la transparencia. Los abogados de Trump han insinuado que no tendrían objeciones. La Conferencia Judicial debería hacer una excepción a la prohibición federal a la televisión en lo que respecta al expresidente.

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