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EDITORIAL: Proyecto ferroviario lanza a los contribuyentes al ruedo

Hace apenas cuatro años que los promotores del publicitadísimo proyecto ferroviario entre Las Vegas y el sur de California –algunas de cuyas versiones llevan tres décadas en la mesa de dibujo– prometieron que el tren se construiría exclusivamente con capital privado.

Los funcionarios de Brightline West, entonces en asociación con Virgin Trains, insistieron en que “no estaban buscando créditos fiscales o subvenciones estatales para el proyecto planificado de 185 millas de doble vía, que se extendería a lo largo del corredor de la Interstate 15, ya que sería financiado en su totalidad por inversión privada”, informó el Review-Journal en mayo de 2019.

“No hay financiación pública”, dijo entonces un funcionario de la empresa sobre el proyecto de 4 mil millones de dólares. “Estamos quitando al público la responsabilidad de construir esta infraestructura, sin dejar de prestar ese servicio público”.

Llegamos a esta semana. El costo de la propuesta asciende ahora a 12 mil millones de dólares. Y –sorpresa, sorpresa– los contribuyentes han sido lanzados al ruedo. Se espera que el presidente Joe Biden anuncie esta semana que la línea ferroviaria Brightline West recibirá 3 mil millones de dólares del fondo verde de la administración creado como parte de la ley de infraestructura de 2021.

Además, el proyecto dependerá de bonos de actividad privada tanto de California como de Nevada que la empresa puede aprovechar para obtener capital. Esto reduce la capacidad de emisión de bonos de ambos estados, lo que pudiera significar menos dinero disponible para viviendas asequibles y otros proyectos. Queda por ver el entusiasmo de los inversionistas privados por los bonos ferroviarios.

Los partidarios de la línea de ferrocarril prometen fervientemente que será una bonanza económica para Las Vegas, que traerá empleos en la construcción, aliviará el congestionamiento en la I-15, ayudará a salvar el planeta y hará que sea más conveniente para los turistas de California disfrutar de todo lo que el sur de Nevada tiene para ofrecer. Tal vez estas afirmaciones se hagan realidad.

Pero no es intrascendente que los inversionistas privados no hayan hecho fila hasta ahora para conseguir una parte de la acción. Muy pocos proyectos de trenes de alta velocidad en todo el mundo generan beneficios, y su mantenimiento es costoso. Además, son famosos por sus enormes sobrecostos y retrasos en la construcción. Salvo contadas excepciones, no suelen cumplir las exageradas proyecciones de pasajeros e ingresos. Otro proyecto de tren de alta velocidad en California –la línea de Los Ángeles a San Francisco– va en camino de convertirse en el mayor despilfarro en infraestructura de la historia del país.

Brightline West insistió en su día en que podía realizar el proyecto sin dinero público. En realidad, existe una posibilidad muy real de que la línea ferroviaria, si alguna vez empieza a transportar pasajeros, necesite mucho más que una inyección de 3 mil millones de dólares de los contribuyentes.

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