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EDITORIAL: la Junta Escolar debe explorar todas las opciones disponibles

Si algo bueno salió del desastre de Jesús Jara esta semana, es que la Junta Escolar del Condado Clark tomó una visión escéptica de las demandas de salida del superintendente mientras frenaba un plan para deslizar inmediatamente a su adjunto a la suite de la esquina.

En una carta de renuncia del 31 de enero, el señor Jara señaló su intención de renunciar este mes si los administradores aceptaban sus condiciones. El miércoles, los miembros de la junta votaron 5 a 2 a favor de iniciar las negociaciones con Jara sobre su paquete financiero de término.

El objetivo final, por supuesto, debería ser ahorrarles a los contribuyentes costos desorbitados.

Bajo los términos del contrato del señor Jara —que se extiende hasta el 30 de junio de 2026— habría tenido derecho a sueldo completo y beneficios hasta su último día si hubiera dado 90 días de aviso. El señor Jara busca un nuevo lenguaje contractual que le proporcione beneficios acumulados —vacaciones, días por enfermedad y otros por valor de unos 400 mil dólares- y el salario de un año completo— 395 mil dólares— con solo una semana de preaviso de su marcha.

La junta no está obligada a aceptar las condiciones del señor Jara. Si sigue exigiendo cerca de un millón de dólares para marcharse, podría ser más barato para los administradores cesar las negociaciones y simplemente despedirlo por causa justificada. Su contrato incluye estipulaciones relativas a la “conducta ilícita o indebida en el cargo” y a la “negligencia… de deberes sustanciales” que podrían usarse razonablemente como justificación legal.

Lo último que necesita este agitado distrito escolar es un superintendente que no quiera estar aquí.

En cuanto al próximo jefe del distrito, la junta también presentó una propuesta para sustituir al señor Jara por la superintendente adjunta, Brenda Larsen-Mitchell. Obviamente, no tiene sentido avanzar en ese sentido hasta que se resuelva la situación del señor Jara. Pero los administradores estarían cometiendo un error al no investigar una amplia gama de posibles candidatos, de cerca y de lejos.

Este es el quinto distrito escolar más grande del país, y se enfrenta a una serie de retos únicos, el más importante de los cuales es la mejora académica de los 290 mil estudiantes a los que sirve. El próximo superintendente debe estar abierto a la reforma, no tener miedo a enfrentarse a la arraigada clase dirigente del sistema educativo, ser un firme defensor de la fijación de estándares elevados para estudiantes y educadores y un paladín de la transparencia. Debe dar prioridad a los logros académicos por encima de todo, promoviendo al mismo tiempo un entorno de aprendizaje seguro para profesores y niños.

Si la señora Larsen-Mitchell quiere solicitar el puesto, es cosa suya. Pero la Junta Escolar perjudicaría a la comunidad si tomara el camino de menor resistencia y no explorara todas las opciones disponibles.

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