VICTOR JOECKS: Los cambios del COVID demuestran la importancia de la libertad de expresión
marzo 6, 2023 - 9:35 am
Desconfía profundamente de quienes quieren silenciar a, y no debatir con, quienes discrepan de ellos. No hay más que ver lo que se equivocaron los supuestos expertos sobre la pandemia.
Las principales dependencias federales creen ahora que el coronavirus se originó probablemente en un laboratorio chino. El director del FBI, Christopher Wray, dijo recientemente que su agencia cree que el origen “más probable” es una fuga de un laboratorio. The Wall Street Journal informó sobre un análisis del Departamento de Energía que llegó a una conclusión similar, aunque con menos certeza.
Calificar esto de asombroso cambio es quedarse corto. Durante el primer año de la pandemia, poderosas instituciones declararon que esto estaba prohibido. Los principales medios de comunicación nacionales despreciaron a quienes señalaron que era una posibilidad realista.
“El senador Tom Cotton repite una teoría marginal sobre los orígenes del coronavirus”, escribió The New York Times en febrero de 2020. Y continuaba: “La teoría de la conspiración carece de evidencia y ha sido descartada por los científicos”. En el momento de redactar este artículo, ese “reportaje” sigue sin ser corregido.
Este no es el único cambio en la sabiduría convencional.
En julio de 2021, Politifact evaluó esta afirmación: “No tiene sentido exigir vacunas a los previamente infectados”. Calificó tal perspectiva como “falsa”
“Los conservadores han desarrollado una peligrosa obsesión con la inmunidad natural ante el COVID que desafía la lógica y la ciencia”, escribió Slate en 2022.
Pero el mes pasado, un estudio publicado en The Lancet descubrió que la inmunidad natural ofrece una protección “equivalente a la que proporcionan las vacunas de ARNm de dos dosis”. Esto “apoya la idea de que aquellos con una infección documentada deben ser tratados de manera similar a los que han sido completamente vacunados con vacunas de alta calidad”, encontró el estudio. Oh.
Luego están los cubrebocas, que se convirtieron en poco más que símbolos religiosos seculares. El Dr. Anthony Fauci llegó a decir una vez que “solo tiene sentido común” usar doble cubrebocas. “Los rostros republicanos quizá estén sin cubrebocas, pero sus manos están cubiertas de sangre”, escribió un columnista del L.A. Times en julio de 2020. En 2021, los demócratas de Nevada le quitaron el derecho a voto a la entonces asambleísta Annie Black por no llevar cubrebocas en la Asamblea.
Un nuevo Cochrane Review, sin embargo, encontró que los cubrebocas “probablemente hicieron poca o ninguna diferencia”. El autor principal, Tom Jefferson, que trabaja en la Universidad de Oxford, fue más directo en una entrevista posterior. “No hay evidencia de que (los cubrebocas) marquen alguna diferencia. Y punto”, dijo.
Estos ejemplos demuestran porqué es tan importante el debate abierto. La gente es falible. No hay ninguna autoridad o grupo que tenga toda la información correcta. Los autoproclamados expertos se equivocan una y otra vez. A largo plazo, un debate abierto y sólido es el mejor camino para obtener información útil. En cualquier caso, la gente tiene derecho a hablar libremente, aun cuando otros piensen que están diciendo cosas tremendamente inexactas.
Pero esta creencia dista mucho de ser universal. Las empresas de redes sociales impidieron sistemáticamente que los usuarios hicieran afirmaciones que resultaron ser ciertas. Peor aún, el gobierno de Biden las atacó por no censurar con suficiente agresividad. El presidente Joe Biden las acusó infamemente de “matar gente”. La Casa Blanca incluso marcó publicaciones para que Facebook las eliminara. Uno de los hilos de Twitter Files mostró cómo funcionarios del gobierno presionaron a Twitter para que moldeara el debate a su gusto.
En un mundo justo, la gente dimitiría en desgracia por esto. O al menos pidiendo disculpas. En el mundo real, los demócratas y sus aliados mediáticos pasarán página lo antes posible.
He aquí una lección de esta debacle. Fíjate cuando los “expertos” y los medios intenten cerrar el debate sobre un tema en lugar de defender sus argumentos. Se ve con frecuencia con el calentamiento global y las políticas transgénero. Suele ser señal de que alguien no puede defender su posición por sus méritos y debe recurrir a sofocar la disidencia. Como en el caso del coronavirus, ese enfoque rara vez acaba bien.