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Senadores republicanos elaboran nuevo plan de salud pero aumenta la division

El liderazgo republicano del Senado reveló una nueva propuesta sanitaria para derogar y sustituir la actual ley de salud, conocida como Obamacare, sin embargo, de manera inesperada, otros dos conservadores presentaron otra alternativa más al texto, aumentando la división interna entre los conservadores.

La medida revisada hecha pública por el líder de la mayoría, Mitch McConnell, incluye cambios destinados a ganar más votos dentro de su propia bancada, encaminados a atraer, sobre todo, a los más conservadores.

Los republicanos aseguran que esta versión proporcionaría aproximadamente 70.000 millones de dólares en fondos adicionales que los estados podrían usar para ayudar a reducir las primas de los seguros médicos, mantener bajos los costos y hacer que el cuidado de la salud sea más asequible.

Asimismo, al igual que las versiones anteriores, la ley contempla fuertes recortes a las ayudas para el acceso sanitario a los más pobres, conocido como Medicaid, algo que rechazan radicalmente los senadores más centristas como Rob Portman (Ohio), Shelley Moore Capito (Virginia Occidental) y Lisa Murkowski (Alaska), además de Susan Collins (Maine) y Dean Heller (Nevada).

Algunos de los ultraconservadores se han sumado al texto, al incluirse una enmienda promovida por Ted Cruz (Texas) y Mike Lee (Utah) dirigida a permitir a las aseguradoras ofrecer planes que no cumplan con todas las regulaciones de ObamaCare, incluida la obligación relativa a las enfermedades preexistentes.

Esta opción ha sumado a Cruz y Lee, pero no a Rand Paul, ultraliberal, quien pretende la derogación completa del Obamacare para que los ciudadanos puedan elegir el plan de seguro que deseen sin imposiciones del estado.

Sumado a estas complicaciones, los senadores republicanos Lyndsay Graham y Bill Cassidy han presentado una propuesta alternativa, que no ha sido consensuada por el resto y que plantea la posibilidad de dejar el destino de los seguros médicos y sus subsidios en manos de los estados.

“Aun tenemos un largo camino por delante. El pleno (del Senado) va a ser un lugar salvaje la próxima semana”, concedió el senador republicano por Dakota del Sur, John Thune, en alusión a la previsible pelea interna que va a protagonizar su bancada.

Y es que McConnell, previendo la situación, ha retrasado tres semanas el comienzo del receso estival, con el objetivo de intentar alcanzar un texto que convenza a los republicanos antes del otoño, cómo les ha insistido en numerosas ocasiones el presidente Donald Trump.

El líder republicano no ha descartado, no obstante, tratar de trabajar con los demócratas para poder modificar al menos la actual ley, algo a lo que la oposición ha tendido la mano, siempre y cuando sea con intención de ampliar la atención sanitaria, y no reducir el acceso, como provocarían las propuestas actuales.

Según los estudios de la Ofician de Presupuesto no partidista del Congreso (CBO, en inglés), entre 22 y 24 millones de personas perderían su cobertura de salud en los próximos diez años con las propuestas conservadoras.

“La ley republicana del Trumpcare todavía mina el Medicaid. Los recortes son totalmente draconianos, como en la versión anterior, devastadores para los hospitales rurales y las clínicas de asistencia, así como para aquellos que luchan por superar su adicción a los opiáceos”, indicó hoy el líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, tras conocerse el contenido del proyecto.

Schumer se mostró abierto en días pasados a negociar, una de las escasas alternativas que pueden tener los republicanos para lograr pasar una nueva ley de salud, teniendo en cuenta el difícil consenso dentro del partido y la estrecha mayoría que tienen en la Cámara Alta.

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