The Killers celebra su arrollador debut en una nueva residencia en Las Vegas
En su pecho, cerca del corazón, colgaba un colgante de plata con la forma de su estado natal.
Algunos llevan sus emociones en la manga; Brandon Flowers prefirió hacerlo en el cuello.
“Mucha gente viene aquí a apostar, y yo no soy una excepción”, confesó el líder de The Killers al público ante él que agotó las entradas, reflexionando sobre cómo se mudó de niño a la gran ciudad desde el pequeño pueblo de Nephi, Utah.
“Aposté mi vida por tres hombres”, dijo, señalando al trío de compañeros de banda que le flanqueaban en un escenario inundado de purpurina, desde la brillante batería rosa de Ronnie Vannucci Jr. hasta la chaqueta deportiva plateada del guitarrista Dave Keuning.
A Flowers le tocó el premio mayor –a todos– y dos décadas después estaba aquí para celebrarlo.
“¡Bienvenidos a la fabulosa Las Vegas!”, dijo sonriendo. “Y a los 20 años de ‘Hot Fuss’”.
Flowers se refería al exitoso debut de The Killers, un álbum de himnos y canciones fúnebres inspiradas en el new wave y nacidas en el desierto, la pista de baile y el armario del antiguo apartamento de Keuning, donde se le ocurrió la línea de guitarra para “Mr. Brightside”, la primera canción que él y Flowers escribieron juntos.
Desde entonces, “Brightside” se ha convertido en el tema de rock más omnipresente del siglo XXI y en la primera canción de la década de 2000 de un grupo que supera los mil millones de reproducciones en Spotify. Sigue siendo emblemática del ascenso de The Killers al superestrellato: de unos orígenes poco propicios surgió una de las bandas más grandes del país.
“Brightside”, que suele ser el cierre de los conciertos de The Killers, fue la segunda canción del viernes en el Colosseum at Caesars Palace, donde el grupo se presentó con “Hot Fuss” como parte de una nueva residencia en Las Vegas que culminará el 1 de septiembre.
Este fue el segundo concierto de dicha gira, una noche en la que el carril de los recuerdos se convirtió en una bulliciosa autopista de emociones.
Al principio del concierto, Flowers saludó al bajista Mark Stoermer, quien hizo una pausa en las giras con el grupo en 2016 y desde entonces solo ha tocado en vivo con The Killers de forma esporádica. El cantante recordó cómo Stoermer tuvo que tomar la dura decisión de dejar una banda formada por sus amigos de la infancia para unirse a The Killers.
“Recuerdo a Vanucci vendiéndole The Killers en el jardín de su casa”, recordó Flowers, destacando cómo Stoermer se tomó su tiempo para sopesar su decisión. “No se de lleno tras el objeto brillante. Las bandas necesitan gente así”.
Más tarde, Flowers explicó que la balada espectral “Everything Will Be Alright”, la última canción de “Hot Fuss”, fue la primera canción que escribió para su esposa, como contrapeso a su dura y agitada educación. Era solo la segunda vez que la banda se presentaba en vivo desde 2005.
Antes del siguiente tema, Flowers señaló que el cambio de época puede tener un efecto similar en el significado de una canción.
“Lo creas o no, en los primeros años aquí en Las Vegas, éramos forasteros”, dijo al presentar “Glamorous Indie Rock & Roll”, un tema extra de “Hot Fuss”.
La canción fue escrita como una sarcástica burla a los círculos del indie rock de los que The Killers fueron excluidos en su día, pero muchos fans la han interpretado desde entonces como una celebración de esos círculos.
“He tardado 20 años en darme cuenta de que tenían razón”, confesó Flowers. “No discutamos sobre semántica”.
No tenía de qué preocuparse, ya que no hubo nada polémico en esta noche, con un público extasiado mientras The Killers abrazaban su debut y Las Vegas simultáneamente, su elaborada escenografía engalanada con un guiño a su ciudad natal tras otro, desde flamencos de neón y coristas hasta imágenes vintage del Circus Circus y el Riviera que formaban un telón de fondo glamuroso y realista a partes iguales.
Se quitaron el sombrero ante un par de grandes de Las Vegas de antaño, terminando “All These Things I’ve Done” con una muestra del “Burning Love” de Elvis Presley –Flowers temblando y agitándose en sus botas como si se aproximara a los giros del Re– y comenzando un estridente “Midnight Show” con acordes del clásico de Frank Sinatra “Luck Be A Lady”.
En este gran escenario se sucedieron gestos igualmente grandiosos: Vannucci poniendo una gran cara de rock durante un solo de batería que precedió a “Believe Me Natalie”, haciendo muecas como si se le hubiera pasado una piedra en el riñón; Stoermer sosteniendo su instrumento en alto triunfalmente, como un hacha de batalla, durante “Smile”; Keuning con la boca abierta en un grito silencioso mientras sacudía su melena con vehemencia al rasgar la melodía de “Midnight”.
Tras un breve intermedio después de la parte de la noche dedicada a “Hot Fuss”, la banda regresó con otras 10 canciones para cerrar el espectáculo de dos horas.
Una vez más, se adentraron en algunos temas raramente tocados, presentando el abrasador y cocainómano “Uncle Jonny” de “Sam’s Town” por primera vez desde 2016.
Flowers se mantuvo en un estado de ánimo reflexivo, dedicando “A Dustland Fairytale” a su madre, Jean Flowers, que falleció de cáncer cerebral en 2010, recordando la primera vez que lo llevó al hospital después de que se abriera la cabeza en un banco cuando era un niño.
“Mientras ella estuvo aquí, se aseguró de darme suficiente luz”, dijo, animando al público a encender sus teléfonos móviles en señal de homenaje mientras el recinto se inundaba de iluminación.
Poco después, la banda lanzó la nueva canción “Bright Lights”, lanzada la semana pasada para coincidir con la residencia.
El mensaje fue claro: tanto si exploraban su pasado en “Hot Fuss” como si miraban al futuro con la canción en cuestión, todos los caminos conducen al mismo lugar.
“Baby, enciende las luces brillantes”, cantó Flowers, con su voz resonando sobre las guitarras. “Porque no he olvidado de dónde vengo”.