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La leyenda del automovilismo, Carroll Shelby, tenía una conexión especial con Las Vegas

El corazón de Carroll Shelby estaba en Las Vegas mucho antes de que la leyenda de las carreras consolidara su imperio automotriz y lo trasladara al valle.

Para 1990, los problemas cardíacos que obligaron a Shelby a dejar de conducir competitivamente 30 años antes provocaron lo que pocos corredores pudieron hacer: alcanzarlo. Shelby estaba muriendo, y probablemente no habría sobrevivido el año si un jugador no hubiera muerto de una hemorragia cerebral cerca de una mesa de dados local.

Ese corazón donado le dio a Shelby (el nativo de Texas interpretado por Matt Damon en la película “Ford v Ferrari”) una nueva oportunidad de vida. En 1995, se inscribió como el primer inquilino del parque industrial en el Las Vegas Motor Speedway en construcción y sentó las bases para un legado local.

“He tenido muchas emociones en mi vida: ganar campeonatos, conducir autos de carrera, construir autos que ganaron un campeonato”, le comentó al Review-Journal ese año. “Supongo que fuera de cuando me desperté después de mi trasplante de corazón, no he tenido una emoción que se compara con mudarme aquí y completar las cosas que estamos ansiosos por hacer”.

‘Momento perfecto”

Tan aclamado como Shelby fue como piloto: se convirtió en el tercer estadounidense en ganar la agotadora prueba de resistencia conocida como las 24 Horas de Le Mans en 1959 y dos veces fue nombrado piloto del año de Sports Illustrated. Fue aún más venerado por su segunda carrera como diseñador de automóviles (tercera carrera, si contamos su periodo sin éxito como granjero de pollos).

El Shelby Cobra, El Daytona Coupe, El Mustang GT350, El Ford GT40 Mark II (cuya creación para la carrera de 1966 en Le Mans es el tema de “Ford v Ferrari”) cualquiera de ellos pudo haberlo llevado a una versión automotriz del Monte Rushmore.

Cuando Richie Clyne estaba armando el circuito, el ejecutivo de Circus Circus, Mel Larson, sabía que necesitaba inquilinos de alto perfil. Larson también sabía que su amigo Shelby estaba buscando un nuevo hogar para sus negocios.

“Fue un momento perfecto para los dos”, describió Clyne sobre el movimiento que le dio al speedway una influencia inmediata y legitimidad.

Compitiendo y rehabilitándose

Shelby no esperó la apertura del circuito en 1996, siguiendo el ejemplo de Clyne, propietario de Auto Collections en el Imperial Palace, Shelby se instaló en el Southern Desert Correctional Center en Indian Springs.

Durante varios años, Clyne había estado enviando sus autos clásicos a la prisión para su restauración. Si los reclusos eran lo suficientemente buenos como para trabajar en esos autos invaluables, razonó Shelby, podrían construir algunos para él. En poco tiempo, estaban produciendo continuaciones del Cobra 427 S/C de 1965.

“Es un proyecto maravilloso, porque no solo le estás enseñando a estas personas una profesión mientras se rehabilitan, sino que las estás preparando para cuando sean liberadas”, anunció Shelby durante una visita a la prisión en 1995. “Es tan bueno o mejor que cualquier cosa que haya visto en un taller de restauración”.

Después de recibir ese corazón de donante (que también recibiría un riñón en 1996 de su hijo Michael) Shelby quería devolver los favores, señaló Gary Patterson, presidente de Shelby American. El programa de la prisión era una forma de hacerlo.

Al notar que Ken Miles no era un gran nombre en ese momento (el hombre que ayudó a desarrollar el GT40 y lo condujo en Le Mans, retratado en la película por Christian Bale como un conductor y mecánico), Patterson dijo que a Shelby solo le importaba su talento.

“Carroll Shelby te daba esa oportunidad, no le importaba cómo te llamabas”.

Algunos de esos reclusos, que desde entonces han sido liberados, trabajan para Shelby American hasta el día de hoy.

“Una mente propia”

Dos de los factores clave en la decisión de Shelby de trasladar sus negocios a Las Vegas fueron estar en el speedway y tener acceso casi ilimitado. Cuando quería probar una de sus creaciones, poco podía interponerse en su camino.

“Creo que mientras no hubiera nadie en esa parte de la propiedad en la que él quisiera estar, lo haría él mismo”, recordó Chris Powell, presidente del circuito desde 1998. “Así era Carroll Shelby. Tenía una mente propia”.

Si había algo más en la pista cuando él quería conducir, Powell escucharía un lenguaje bastante colorido.

“Podía ser temerario y mordaz a veces”, admitió Powell, “pero también era un caballero y una alegría para pasar el tiempo”.

Patterson se unió a Shelby American en 1996 y trabajó como gerente de materiales. Una de sus principales responsabilidades en el camino fue como piloto de pruebas. También fue pasajero cuando Shelby estaba detrás del volante, incluso en los años más tardíos de la leyenda.

“Todavía quería conducir, pero tenía degeneración macular por lo que no podía ver bien y solía chocar con objetos, así que tratamos de no hacer mucho de eso”, relató Patterson. “Cuando estábamos en la pista y él conducía, a veces me decía: ‘¿Me avisas cuándo girar?’ Daba un poco de miedo”.

¿Y qué tan rápido iban durante una de esas vueltas?

“Oh, él podría ir a más de cien”.

Grande pero no a lo grande

Shelby tenía una casa en Las Vegas, pero pasó gran parte de su tiempo en el exclusivo enclave de Los Ángeles de Bel-Air. Aún así, no estaba atrapado en las trampas de la fama y fortuna, según quienes lo conocieron.

“Sabías que estabas en presencia de la grandeza, y creo que él sabía que sabías que estabas en presencia de la grandeza, pero nunca pareció jactarse de su lugar en el mundo automotriz”, indicó Powell. “Él podía referirse a Enzo Ferrari como ‘Enzo’, y no sentías que Carroll Shelby intentaba hacerse el grande, simplemente así llamaba al tipo”.

Shelby era amigo cercano de multimillonarios, incluidos el magnate hotelero Barron Hilton y Bruton Smith, propietario de Las Vegas Motor Speedway desde 1998.

“Sin embargo, si te sientas con él en un auto y vas a algún lado, él te hablaría de Taco Bell o de la tienda de un dólar”, dijo Patterson. “Todos comprábamos en Burger King. No importaba, no importó”.

En cuanto a su estado dentro de la industria, Patterson dice: “No te respetaba si solo apreciabas el ícono, te respetaba si le dabas tu honesta opinión y eras sincero con él. Si decías algo como: ‘¡Ooooh, es Carroll Shelby!’, te atropellaría como un tren de carga, y lo disfrutaría”.

Legado en las Vegas

Shelby falleció el 10 de mayo de 2012. El pronóstico del doctor de que tenía cinco años de vida cuando abandonó las carreras en 1960 se desvió por solo 47 años.

“Carroll fue uno de los mejores amigos que tuve”, recordó Smith, presidente ejecutivo de Speedway Motorsports, en un correo electrónico. “Era conocido en todo el mundo como un ícono en la industria automotriz y uno de los nombres más importantes en la historia del automovilismo. Lo admiraba mucho y lo extraño mucho como amigo y socio comercial”.

El año después de la muerte de Shelby, Shelby American se mudó a su hogar actual, en 6405 Ensworth St., frente a Town Square. La compañía construye Cobras de continuación auténticas, y puede mejorar tu Ford Mustang o convertirá tu GT500 en una “Super Snake” con paquetes que cuestan hasta 250 mil dólares. Hace seis o siete años, Shelby American no construía camiones, ahora, según Patterson, los camiones que incluyen el Shelby F-150 y el Shelby Raptor representan el 75 por ciento del negocio de la compañía.

El Shelby Heritage Center adjunto, ayuda a los visitantes (aproximadamente 160 mil cada año) a retroceder en el tiempo con algunos de los autos más importantes relacionados con la carrera de Shelby. Entre los aspectos más destacados permanentes está el único Ford Shelby Mustang GT500 Super Snake de 1967 jamás producido; se vendió en una subasta este año por 2.2 millones de dólares. El GT40 que inspiró “Ford v Ferrari” está en préstamo hasta el miércoles.

“Sin lugar a dudas, cualquier entusiasta de la automoción aprecia este lugar y estos autos”, incluyó Ray Crawford, de Rochester, Nueva York, durante una visita matutina al museo durante la semana. Crawford compró recientemente su primer Mustang después de haber querido uno durante 50 años. Su esposa, Barb, confesó que se emocionó cuando conoció “su historia y lo hermosos que son con el estilo”. Cuando se detuvieron en Las Vegas camino a Arizona, Shelby American fue la única atracción que visitaron.

“Él fue bueno para la comunidad”, concluyó Clyne, miembro del Salón de la Fama Deportiva del Sur de Nevada en 2004, resumiendo el legado local de Carroll Shelby. “Viajo por el mundo y la gente amante de los automóviles me pregunta: ‘Eres de Las Vegas, ¿estás cerca de Shelby? ¿Conoces las instalaciones de Shelby?’”

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