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Un veterano del Ejército sin piernas escala el Strat de Las Vegas

Para Travis Strong, solo había una manera de escalar los mil 455 escalones del Strat: con sus brazos.

Los mismos brazos que llevan los nombres de sus camaradas caídos del Ejército, los mismos brazos en los que ha confiado desde que perdió sus piernas en 2006, los mismos brazos que estaban en llamas cuando llegó a la cima del Strat el domingo.

“¡Mis hombros están ahumados!”, exclamó este hombre de 42 años de Colorado Springs, Colorado, mientras subía al piso 108 del Strat durante el acto benéfico de Scale The Strat. “Es un buen dolor, solo tienes que esforzarte para que lo completes”.

Strong se unió a más de mil personas que subieron las escaleras y recaudaron casi 300 mil dólares para la Asociación Estadounidense de Pulmones en Nevada.

El grupo de 20 veteranos de Strong, cada uno con camisetas azules que decían “Get Off My STRAT”, recaudó cuatro mil 335 dólares para la misión de luchar contra las enfermedades pulmonares.

A lo largo de los años, Strong ha hecho que superar sus límites sea una misión. Ha completado “Carreras Espartanas en los Lodos Duros”, y una caminata de cuatro días en Pikes Peak, una montaña de 14 mil 115 pies cerca de Colorado Springs.

“Siempre me ha gustado hacer cosas peligrosas”, confesó. “Cuanto más extremo y más duro es mejor. Empujarme a mí mismo me saca de cualquier tipo de depresión mental en la que esté, me ayuda a superar las cosas”.

Strong comenta que escalar el Strat es diferente de algunas de sus otras misiones, que suelen tener como objetivo inspirar a los veteranos y a contrarrestar el suicidio entre ellos.

“Me encanta ayudar a inspirar a la gente que siente que ya no puede hacer nada, a la gente que está en mi misma situación, que siente que la vida se ha acabado, que simplemente no puede seguir”, detalló. “Esto es en realidad para beneficiar a la Asociación Estadounidense de Pulmones y todo lo demás. Estoy haciendo lo que puedo hacer, y también estoy ayudando”.

“No hay una lucha como esta”

Shannon Proctor, directora ejecutiva de la Asociación Estadounidense de Pulmones en Nevada, enunció que aunque la misión de Strong es diferente a la de su organización sin fines de lucro, cada una de ellas representa el mismo mensaje.

“Una lucha es una lucha, y me encanta que él la vea; es un verdadero patriota y soldado”, describió. “Se trata de no rendirse nunca, se trata de luchar y si alguna vez has visto a alguien luchar para respirar, no hay una lucha como esta en el mundo”.

El tiempo promedio de los escaladores fue de unos 30 minutos, mientras que Alexis Trujillo, de 28 años, de la Ciudad de México, estableció un nuevo récord de seis minutos, 46 segundos.

Strong, un veterano de barba ligera, completó su escalada en una hora y seis minutos.

Antes de subir los escalones, se puso un sombrero gris de bandera estadounidense sobre su cabeza afeitada y un par de guantes de uso general. Se bajó de la silla de ruedas y estiró sus brazos sobre el cemento. Giró sus hombros.

“Eye of the Tiger” de Survivor comenzó a tocar en un estéreo.

“¡Ahí viene la bestia!”, le gritó a Strong su hermano menor, Anthony Durkacs, quien vive en Las Vegas, “¡King Kong va a escalar el Strat ahora mismo!”.

“¡Vamos Travis!” vociferó la madre de Strong, Taylor Heston, de Bullhead City, Arizona. “¡Qué testimonio! Esto demuestra que nada lo deprime, el Señor ha tenido su mano sobre él desde el principio”.

Cuando llegó el momento de escalar el Strat, Strong lideró el grupo a través del casino como residente de Las Vegas y técnico retirado de la Fuerza Aérea. El sargento Ronnie Bondol llevaba una bandera estadounidense. En la escalera, se levantó a sí mismo usando sus puños y palmas. Maniobró cada uno de sus muslos para subir una escalera a la vez.

Cuando se detuvo antes del nivel 52, sus compañeros de equipo le cantaron. Se quitó el sombrero y silbó.

“¡Tú puedes, tú puedes!”, dijo Bondol mientras el resto del equipo cantaba, “¡Travis, Travis, Travis!”

Strong respiró hondo y perseveró, manteniéndose fiel al mantra del ethos guerrero del Ejército tatuado en la parte posterior de su brazo izquierdo, que dice “Siempre pondré la misión en primer lugar, nunca aceptaré la derrota, nunca renunciaré, y nunca dejaré a un camarada caído”.

“La vida no ha terminado”

Strong siempre quiso ser un soldado. De niño, casi cada Halloween se disfrazaba con el viejo uniforme del Ejército de su padrastro de sus días en la guerra de Vietnam. Strong se unió en 1997 a los 19 años.

Sirvió dos veces en el Ejército durante una carrera militar de 11 años, se reincorporó en 2003 tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y fue desplegado en dos ocasiones, la segunda en Bagdad, a finales de 2005.

Era sargento de Estado Mayor el 27 de noviembre de 2006, cuando el Stryker blindado de ocho ruedas de su equipo fue atacado en una calle de Bagdad por una bomba colocada al borde de la carretera.

La explosión se llevó su pierna derecha. Su pierna izquierda fue gravemente mutilada y posteriormente amputada. Strong recuerda el olor de la tierra, el humo y el fuego. No sintió ningún dolor ni vio sangre, pero sabía que algo andaba mal.

“Sentí que mi cuerpo se drenaba”, recordó. “Fue la sensación más intensa que he sentido en mi vida. Fue una sensación de temor, de que te estás muriendo, y no hay nada que puedas hacer para detenerlo”.

Uno de los camaradas de Strong lo sacó de la escotilla superior, le puso torniquetes en las piernas y lo llevó al hospital. Después de llegar, dejó de tener pulso cuatro veces.

Su experiencia le ha ayudado a proporcionar información a los soldados que luchan contra la depresión o el estrés postraumático.

“Mi objetivo es ayudar a demostrarle a la gente que la vida no se acaba solo porque algo traumático ocurre”, concluyó. “Si puedo ayudar a una sola persona, eso es una victoria para mí”.

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