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Nuevos contratos del Condado Clark apuntan que los refugios no pueden rechazar a gente intoxicada

Los refugios para desamparados que acepten fondos del Condado Clark para proveer camas de emergencia a personas sin hogar ya no podrán rechazar a las personas que se presenten borrachos o drogados. Tampoco pueden insistir en que se sometan a un tratamiento como condición para su admisión.

Los términos precisos de las llamadas reglas de “baja barrera” (o bajos requisitos) aprobadas el martes por la Comisión del Condado Clark se negociarán en los próximos meses, pero el punto dejó claro que las organizaciones que firmen un contrato para suministrar camas estarán obligadas a cumplir con esta directriz.

Cuatro proveedores de refugios locales fueron seleccionados para participar en lo que se espera sea un programa de cuatro millones de dólares este año: Catholic Charities del Sur de Nevada, Hopelink del Sur de Nevada, Las Vegas Rescue Mission y la Fundación Well Care.

La mayoría de los refugios del condado ya han abandonado medidas como las pruebas de sobriedad como requisito previo a la admisión. La eliminación de tales requisitos es parte de un enfoque ascendente de “primero la vivienda” para hacer frente a la falta de hogar.

“Ahora, nos encontramos contigo donde estás, te sacamos de la calle y te introducimos en una unidad, luego, poco a poco desarticulamos esos servicios de apoyo”, apuntó Tim Burch, el administrador de servicios humanos del condado.

“El proceso es que la gente ya no va a venir solo por la noche. Estamos trabajando en abordar las barreras con ellos desde el primer día”.

La estabilización primero

La idea es estabilizar a las personas sin hogar colocándolas primero en una vivienda y luego abordando las causas fundamentales de su falta de vivienda, incluido el abuso de sustancias o las enfermedades mentales, para finalmente empujarlas a la autosuficiencia.

Las investigaciones indican que el enfoque de “housing first” (primero la vivienda) se paga por sí solo al reducir el costo de otros servicios públicos que se prestan a las personas sin hogar, como las visitas a la sala de urgencias de los no asegurados y los enredos en los sistemas carcelarios y judiciales.

Por eso, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de EE.UU. (HUD, por su sigla en inglés) adoptó la estrategia hace más de una década en sus programas regionales de “Continuación de la Atención”, incluyendo uno que opera en el sur de Nevada.

Pero desde el principio ha habido un retroceso, con los críticos alegando que proporcionar a las personas con vivienda sin abordar sus problemas de comportamiento subyacentes solo perpetúa los problemas que los llevaron a convertirse en personas sin hogar en primer lugar.

El Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca entró en el debate en septiembre, publicando un documento que cuestionaba “la vivienda primero” y la falta de vivienda asequible.

“No está claro que esta estrategia haya tenido éxito en la reducción de las poblaciones sin hogar”, decía.

Pese a esas reservas, el Condado Clark sigue adelante con su estrategia mediante la reducción de los requisitos en los refugios, una medida provisional que es necesaria debido a la escasez de viviendas asequibles: Nevada cuenta con la mayor escasez de viviendas asequibles para hogares de ingresos extremadamente bajos, con solo 19 unidades disponibles por cada 100 hogares. En Las Vegas, la escasez es aún mayor, con 14 unidades por cada 100, el promedio nacional es de 37.

“Tenemos tanto éxito en la colocación de personas en viviendas como lo hay en contar con unidades disponibles”, aseveró Burch. “Eso es parte del problema que tenemos; es complejo”.

Los refugios que ya son de bajos requisitos insisten en que los clientes también serán monitoreados por seguridad.

“Hemos estado reduciendo constantemente las barreras en nuestro refugio para asegurarnos de que cualquiera pueda entrar”, mencionó el diácono Tom Roberts, director ejecutivo de Catholic Charities.

“Todo el asunto de la intoxicación es para asegurarnos de que la persona que entra no vaya a ser un peligro para sí misma o para alguien más”.

En el refugio del centro de la ciudad, hay un dormitorio de 64 camas llamado “Dormitorio P-3”, para los miembros del programa “Renovando la Esperanza” (Renewing Hope), un programa de nueve meses para que los asistidos alcancen la autosuficiencia.

Los hombres del programa son voluntarios a tiempo completo en el refugio y crean sus propios objetivos mientras reciben la gestión de sus casos y el tratamiento de abuso de sustancias. Después de obtener trabajo, empezarán a pagar una pequeña suma y aprenderán a ahorrar dinero con la esperanza de conseguir una vivienda asequible.

Por primera vez desde el inicio del programa en 2016, los 12 hombres que comenzaron el programa se graduaron el jueves. Uno de los participantes, Randall Walters, de 55 años, perdió su trabajo en un casino y estaba luchando con la adicción a los juegos de azar y al alcohol cuando entró en el refugio de Las Vegas Boulevard North y fue aceptado inmediatamente en el programa.

“El refugio lo hizo posible; si todavía estuviera en este programa y en la calle, probablemente seguiría bebiendo ahora mismo”, comentó Walters.

“Es un punto de partida”, coincidió otro participante, Michael Moore, de 36 años.

Abordando los obstáculos

El doctor Stefan Kertesz, profesor de medicina preventiva de la Universidad de Alabama, Birmingham, cuya labor se citó en el informe del Consejo de Asesores Económicos, dijo que hay pruebas de que las iniciativas que dan prioridad a la vivienda reducen el número de días que los beneficiarios pasan sin hogar.

“Pero es difícil saber si eso reduce el número total de personas sin hogar en su comunidad. Eso se debe a que es una cuestión difícil de estudiar”, enunció.

La evidencia anecdótica más fuerte fue suministrada por el sistema educativo de subvenciones del HUD que pasó por el Departamento de Administración de Veteranos, lo que redujo significativamente el número de veteranos sin hogar, explicó.

“La vivienda primero claramente funciona para conseguir que la gente se aloje. Lo que no sabemos muy bien es si reduce el número total de personas sin hogar, y eso es porque muchos otros factores influyen en ese mismo número”.

Uno de esos factores es la vivienda asequible. El año pasado, la Comisión del Condado Clark destinó más de 12 millones de dólares en licencias de negocios de marihuana para ayudar a combatir la escasez de viviendas.

En 2019, tres mil 121 personas que estaban sin hogar en el sur de Nevada se mudaron a viviendas, expuso el vocero del condado, Dan Kulin. Otras 789 personas sin hogar se inscribieron en programas de apoyo y también recibieron vivienda.

Pero esas cifras constituyen un pequeño porcentaje de las 14 mil 114 personas que se estima que se quedaron sin hogar en el sur de Nevada en algún momento del año pasado, según el censo de personas sin hogar.

El especialista en adicciones, Tom Gorham, director ejecutivo de Options Recovery Services en Berkeley, California, comprende la necesidad de sacar a las personas de las calles, pero apunta que la vivienda y el tratamiento deben otorgarse simultáneamente.

Gorham, quien pasó 10 años viviendo en la calle, relató que el tribunal de drogas finalmente lo obligó a recibir la ayuda que necesitaba, y para aquellos con problemas de salud mental y adicción, la vivienda primero no se traducirá necesariamente en mejores resultados a largo plazo.

“Veo a San Francisco como un buen modelo de lo que no se debe hacer”, expresó de la ciudad. “Estas personas están alojadas, y están muriendo en sus habitaciones”.

Burch contrarresta que el programa del condado no pretende ser una curita para sacar a la gente de las calles. En diciembre, por ejemplo, el condado aprobó un contrato de cuatro años y 7.2 millones de dólares para proporcionar alojamiento a hasta 25 pacientes que se someten a tratamiento por abuso de sustancias en el centro de rehabilitación Crossroads of Southern Nevada en Charleston Boulevard.

“El objetivo no es simplemente encerrarlos en un apartamento”, corrigió.

Todo en un solo lugar

Una de las nuevas organizaciones que reciben fondos del condado es la Fundación Well Care, cuyos servicios incluyen la administración de casos, vivienda, transporte, asesoramiento y necesidades médicas.

“Decidimos operar un refugio, pero esta vez proporcionarles todos los servicios integrales que tenemos bajo nuestra organización para que cuando las personas necesiten ser vinculadas a los servicios sociales podamos hacerlo inmediatamente”, detalló la directora ejecutiva, Marce Casal. “No creo que los refugios hayan sido capaces de cubrir esa necesidad antes. Siempre dan un catre y tres comidas”.

En el edificio de Well Care en el centro de la ciudad (ubicado en 100 S. 14th Street) el viernes por la mañana, Joseph Riley, de 36 años, se preparaba para su salida de abril hacia la autosuficiencia.

“Cuando el gobierno trata de abordar los problemas de los indigentes, siempre es el tema de la gallina o el huevo, ¿la vivienda es lo primero, o qué?”, cuestionó. “Pero necesitas una dirección para encontrar trabajo, un lugar donde poner tus objetos de valor, un lugar estable para construir todo lo demás”.

Riley consiguió alojamiento con Well Care en noviembre mientras se recuperaba de su adicción a la metanfetamina y lidiaba con las complicaciones de la enfermedad de Crohn. Consiguió un trabajo en el sindicato y está a punto de ser certificado para trabajar con montacargas.

“Se trata de la persona; puedes tirar cualquier cantidad de dinero y recursos a alguien en la calle, pero tienen que tomar la decisión consciente de trabajar para ello”, enfatizó.

“Al entrar en esto, sabía que sería mi nuevo comienzo”.

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