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Rachel y Sergio, la atracción de los polos opuestos

Un soleado sábado de octubre, fue el marco perfecto para una de las mejores puesta en escenas del director técnico del Chelsea, Carlos Uscanga y Alberto (Takis) Hernández, del equipo Real Stars. En realidad, no había nada en juego como para detenerse a observar un partido de dos equipos, que ya estaban clasificados. En la fecha anterior, habían llegado a cuartos de final (aparte de estos dos), Livingstone y Galaxy.

Para saber más del equipo del Chelsea, y averiguar el nombre del numero 10, que hacía maravillas cada vez que tocaba la pelota, nos acercamos a Carlos Uscanga Valdéz, un jarocho nacido en Alvarado, Estado de Veracruz, México, la tierra de Agustín Lara como se autodefine el mismo, quien le pone alma, corazón y vida a cada orden que sale de su garganta afónica de tanto gritar. Mientras en el campo de juego, dos figuras técnicamente opuestas hacían las delicias de los presentes. Con camiseta roja Rachel Ruvalcaba, hacía un derroche de energía y habilidad cada vez que tenía la pelota en su poder. A medida que pasaban los minutos, su figura se agigantaba por el carril de la derecha de su equipo, muy a pesar que esa mañana, El Takis, le había encomendado la difícil tarea de marcar al número 10 del equipo rival, un tal Sergio Esparza, rápido, hábil e inteligente, al que Rachel no le tenía que dar tiempo para pensar. Era evidente que, una vez más, el deporte rey nos había sorprendido. De un partido amistoso, habíamos rescatado la esencia misma del significado del fútbol. Una vez más en los campos de juego de Las Vegas, podíamos ver un duelo de habilidades, que más de un equipo profesional hubiera querido admirar. La dama con cara de niña y mirada inocente, rompía una vez más el estereotipo de una jugadora de fútbol.

Detrás de su cara angelical se escondía una guerrera capaz de detener a toda la delantera del equipo rival, pero al conseguir el control del balón, Rachel podía generar un contra ataque para su equipo, y llegar al área rival para marcar un gol, ignorando que sus marcadores fueran del sexo masculino.

Mientras tanto, por la izquierda del equipo del Chelsea, Carlos Uscanga ubicó de forma inteligente a Sergio Esparza, un jugador con un toque endiablado, capaz de crear en cada jugada, una situación de gol para su equipo. En la segunda mitad, verlo jugar fue un verdadero banquete de pases y paredes, que tiró con su hermano, quien lo acompaño en el mediocampo de su equipo. Los que estábamos afuera del campo, pedíamos-por favor- que el reloj se detuviera, para seguir admirando tanta elegancia y sutileza en cada intervención de estos dos jovencitos que se divertían de cara al sol.

Por rara coincidencia, Rachel se confesó admiradora de Cristiano Ronaldo por su fuerza y definición, mientras que Sergio, dijo ser un ferviente admirador de Leonel Messi. De cualquier manera, muy a pesar de sus irreconciliables diferencias deportivas, ambos son polos opuestos, que se atraen cuando una pelota comienza a rodar cualquier mañana soleada en nuestra ciudad.

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