Trump denuncia a Venezuela, Nicaragua y Cuba, pero se olvida de Bolivia
abril 24, 2019 - 8:00 am
Cuando el secretario de Estado, Mike Pompeo, visitó varios países latinoamericanos hace pocos días, denunció repetidamente las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Pero, lamentablemente, no dijo ni una palabra sobre Bolivia.
No fue un descuido. El gobierno de Trump ha adoptado el término la “Troika de la Tiranía” para referirse a los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, pero rara vez se refiere al desmantelamiento de la democracia por parte del presidente narcisista-leninista de Bolivia, Evo Morales.
El gobernante boliviano, que está en el poder desde 2005, se está postulando para un cuarto mandato en las elecciones de octubre, a pesar del hecho de que su propia Constitución prohíbe explícitamente más de dos mandatos consecutivos. Lo que es más, perdió un referéndum de 2016 que había convocado él mismo en un esfuerzo por cambiar la Constitución y permitirle presentarse para un cuarto mandato.
Pero nada de eso es obstáculo para que Morales se presente en octubre. Aunque suena como una broma, su truco más reciente es aducir que tiene derecho a postularse en virtud de la Convención de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos, que establece que a nadie se le debe prohibir postularse para un cargo. Un reporte de la OEA de 2018 señaló claramente que los presidentes no pueden usar esa Convención para violar sus propias constituciones.
¿Por qué el gobierno de Trump no habla sobre Bolivia? Puede ser porque a Trump no le importa mucho la democracia ni los derechos humanos —ha abrazado a los dictadores de Corea del Norte, China, Rusia y Turquía con una pasión inusual— y su “Troika de la Tiranía” solo sea una estrategia electoral para ganar el estado de Florida en las elecciones de 2020. Hay pocos votantes boliviano-estadounidenses en Florida, y muchos nacidos en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
También puede tener que ver con el hecho de que han habido menos asesinatos políticos en Bolivia que recientemente en Nicaragua y Venezuela, o históricamente en Cuba. O, quizás, se debe a que el gobierno de Trump no quiere abrirse un nuevo frente en América Latina, cuando aún no ha cumplido su meta de ayudar a sacar del poder al dictador de Venezuela, Nicolás Maduro.
El hecho es que el gobierno de Trump solo se ha referido a las próximas elecciones de Bolivia recientemente en un tuit tweet del 21 de febrero de la jefa de asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado, Kimberly Brier, en el que decía que “la comunidad internacional debe permanecer vigilante” para que las elecciones de octubre sean libres.
Pero el Congreso de Estados Unidos está mostrando más agallas que la Casa Blanca sobre este tema. Una resolución bipartidista del 12 de abril del Senado patrocinada por los senadores Bob Menéndez (D-Nueva Jersey), Dick Durbin (D-Illinois) y Ted Cruz (R-Texas) “expresa su preocupación por los esfuerzos por eludir los límites de los mandatos presidenciales de la Constitución boliviana”. También pide a Morales “respetar y, cuando sea necesario, restaurar, la independencia de los órganos electorales”.
Días después, 15 quince legisladores de la oposicion en Bolivia enviaron una carta a Trump pidiendo que Estados Unidos interceda ante la OEA para “evitar la consolidación de una dictadura totalitaria” en Bolivia.
Es importante que Trump y los países latinoamericanos denuncien este intento de reelección inconstitucional de Morales: si el mundo mira hacia otro lado, como lo hizo cuando Maduro realizó una elección fraudulenta en 2018 y Daniel Ortega en Nicaragua en 2016, Bolivia puede caer en la misma espiral de caos y violencia que Venezuela y Nicaragua.
Si Morales se declara el ganador en octubre, asumirá el cargo a principios de 2020 como un presidente ilegítimo. O sea, Bolivia estará en enero del 2020 en la misma situación en que estaba Venezuela en enero de 2019, cuando Maduro asumió el cargo y muchos países se negaron a reconocerlo.
Si Trump y los líderes latinoamericanos quieren evitar otro régimen totalitario en las Américas, ahora es el momento de denunciar lo que está pasando en Bolivia.