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Sin cambios y a la baja

Los números no pueden ser peores en las percepciones ciudadanas y el gobierno no cambia de estrategia ni de caras.

Dicen que cuando las circunstancias cambian, hay que revisarlo todo, incluso aquello que funcionó en su momento… porque ese momento ya no existe.

El país ha cambiado desde que Enrique Peña Nieto tomó posesión del cargo, y es totalmente distinto a cuando era gobernador del Estado de México.

Si cambió el escenario, ¿por qué no cambian estrategias y actores?

Los números del gobierno en algunos renglones son buenos: la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (ANTAD) informó que sus ventas crecieron 10 por ciento respecto a julio de 2015.

Es decir, hay mayor consumo, y es lo que ha mantenido a flote a la economía (junto con las remesas) en época de turbulencia internacional.

Las comunicaciones han bajado su costo al público en 13.1 por ciento. La telefonía y el internet son más baratos.

Con todo y la reciente alza a la energía eléctrica para uso industrial, ésta ha tenido una reducción nominal de 11.9 por ciento en sus precios en lo que va del sexenio (Enrique Quintana, EL FINANCIERO).

Tenemos la inflación más baja de la historia, mientras el alza al dólar no ha afectado a la economía familiar.

Pero nada se le perdona a este gobierno (ni la patraña del departamento en Miami), y no puede ser gratuito.

La gran mayoría de la población (64 por ciento) cree que la situación económica es peor que hace un año. Y ese mismo porcentaje ve mayor inseguridad que hace un año.

El Indicador de Confianza Empresarial va a la baja, y de acuerdo con el Inegi el índice de Confianza del Consumidor también cae.

La percepción en buena medida es injusta, pero nadie dijo que la política fuera justa.

Algo han estado haciendo mal desde el inicio de la administración, pues la aceptación presidencial va en picada hasta llegar, la semana pasada, a 23 por ciento (Reforma).

Y eso que están haciendo mal se encuentra en la forma de gobernar. La soberbia es el pecado capital de este sexenio.

Desde el inicio de la administración se desechó a la popularidad del gobierno como una forma de apuntalar el ciclo reformista que estaba en curso. No les importó la opinión pública.

Hubo arrogancia en el trato con los empresarios, abandonaron a su partido, y se estableció una distancia sideral entre el gobierno y los sectores intelectuales y formadores de opinión.

¿Por qué se han tardado tanto los cambios en el gabinete?

Tal vez porque no se consideren necesarios, a pesar de que la aceptación presidencial se acerca a los 20 puntos.

Los secretarios juegan su juego rumbo a 2018, mientras todo el malestar recae en el presidente.

Peña Nieto tiene una virtud: ha sido el presidente más golpeado durante su mandato, y a pesar de ello no pierde la calma bajo la presión.

Sería más alentador que actúe frente a la adversidad de su gobierno, con la renovación de parte de su equipo que ha trabajado de una manera que abona al malestar entre la población.

¿Qué mano firme ante la CNTE se puede aplicar en medio del amplio rechazo ciudadano expresado en las encuestas?

¿Qué perspectiva de salir airosos ante el empuje populista en 2018 tienen el gobierno y su partido, con esos números de rechazo?

Ninguna.

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