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Sheinbaum, un gabinete audaz

Al pan pan y al vino vino: Claudia Sheinbaum presentó un buen gabinete y le dio una agradable noticia a la ciudad y a la izquierda.

Por ahí viene algo nuevo. Se ve bien. Huele a limpio.

La gran mayoría de los comentaristas en medios de comunicación no conocemos personalmente a casi nadie de los que formarán el equipo de trabajo de la próxima jefa de Gobierno, y eso es parte de lo positivo.

Habrá una renovación prácticamente completa de la alta burocracia capitalina, con cuadros preparados que no estaban en la primera fila del aparador político.

En la lista que dio a conocer el fin de semana, en términos generales, no se observan cuotas a sectores partidistas ni a mafias que por décadas han controlado políticamente a la ciudad.

Eso es totalmente nuevo. Adiós a las camarillas y a los ‘indispensables’ para la gobernabilidad y para el trato con los factores de poder.

Falta por ver si funciona el nuevo esquema, pero se trata de una apuesta audaz que refresca el viciado aire de la capital del país.

El principal problema a resolver es la inseguridad, y la próxima jefa de Gobierno se reservó la decisión de los nombramientos del procurador y del secretario de Seguridad Pública.

No tenía sentido amarrarse las manos con designaciones prematuras en áreas tan delicadas, que entraran en funciones dentro de poco más de cuatro meses.

Rosa Icela Rodríguez será la secretaria de Gobierno. Cuenta con experiencia en casi todas las áreas de la administración pública capitalina, con estudios en seguridad, y no se le conoce ningún gazapo que ponga peros a su carrera política y administrativa que empezó en el año 2000.

Secretaria de Finanzas será Luz Elena González Escobar que, como casi todo el próximo gabinete, combina la trayectoria académica con el conocimiento de la administración pública. Ligada a tareas de protección del ambiente, al transporte y al desarrollo educativo, tiene maestría en Gestión de la Ciudad.

La Secretaría de Desarrollo Social recaerá en Almudena Ocejo, quien no es integrante de ninguna pandilla política que la lleve a trabajar para líderes cuestionados en lo que es el contacto personal con los sectores populares de la ciudad. Es doctora en Ciencias Políticas de la UNAM. Cara nueva. Excelente en esa área.

Se crea una Secretaría de las Mujeres, al frente de la cual estará Gabriela Rodríguez, con maestría en Antropología Social. En la Secretaría del Medio Ambiente fue designada Marina Robles, doctora en la materia (por la Universidad Autónoma de Baja California), y docente en diversas universidades del país, públicas y privadas.

Como secretaria de Educación irá la doctora Rosaura Ruiz, quizá de las más conocidas por su trayectoria académica y administrativa en la UNAM durante los rectorados de Juan Ramón de la Fuente y José Narro.

Y en la Secretaría de Movilidad –una bomba con la mecha siempre encendida–, Sheinbaum nombró a Andrés Lajous, con maestría en planeación urbana en el Tecnológico de Massachusetts y vehemente defensor de lo que piensa, en diversos medios de comunicación.

Rosaura Ruiz, Rosa Icela Rodríguez, Andrés Lajous y otros integrantes del gabinete son muy de izquierda, se dirá. Sí, en efecto, así es. Pero ellos ganaron las elecciones.

Sin embargo, Claudia Sheinbaum ha tenido el tacto para nombrar a gente preparada, sin compromisos con tribus partidistas o dinosaurios locales, y que tienen ganas de servir.

Bienvenido el experimento, que si logra cuajar será en beneficio de los capitalinos y de la izquierda del país, necesitada de una renovación de cuadros y de actitudes para ejercer el poder público.

Claro, falta que pasen la prueba del ácido: gobernar bien la Ciudad de México.

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