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Misiles de Corea del Norte y las elecciones mexicanas

El mundo está cerca de una guerra entre Estados Unidos y Corea del Norte, en el peor de los escenarios: con dos gobernantes sin control sobre sus impulsos, aunque Trump tenga el contrapeso de las instituciones democráticas de su país y Kim es dictador absoluto.

El misil intercontinental que probó Corea del Norte, si tiene capacidad para transportar ojivas nucleares, nos afecta físicamente a nosotros.

Y si no la tuviera todavía, en cuestión de meses va a ser posible que puedan transportar material nuclear desde esa península asiática a América del Norte.

Podrán lanzar una bomba atómica en Nueva York o en Los Ángeles. Eso afecta a México, y desde luego al mundo.

Kim Jong-un lo va a hacer aunque muera en el intento, si no se le abren las vías diplomáticas para darle una salida a sus demandas.

Un loco tiene al mundo con una pistola en el pecho, y especialmente a América del Norte, donde están Canadá, Estados Unidos y México.

Estados Unidos no está en las mejores manos para conducir el conflicto ni tiene la capacidad de persuadir a China y a Rusia para que le aten las manos al loco de Pyongyang.

Además, a estas alturas no se ve sencillo que esas potencias conserven la ascendencia sobre la dictadura comunista norcoreana que en su momento tuvieron.

Hoy Kim Jong-un está en capacidad de matar al que esté a menos de 13 mil kilómetros.

Trump ha querido presentar este conflicto con Corea del Norte como una prueba de la fortaleza del ejército de Estados Unidos, al que –dijo en campaña y al tomar la presidencia– ya le hacen falta victorias.

Un triunfo aplastante de los estadounidenses sobre los coreanos del norte es posible, pero a un costo demasiado elevado en su país, Corea del Sur, Japón, y graves riesgos para México y Canadá.

La inexperiencia y la ignorancia de Trump lo pueden llevar a una decisión muy grave. Y si no la toma él la va a tomar Kim Jong-un.

El mundo se encuentra en problemas y las riendas de la solución o el agravamiento del conflicto las tienen, fundamentalmente, dos personas con poca capacidad de reflexión.

Para sintetizar, se vienen momentos difíciles para el mundo, que van a impactar en la economía y en el equilibrio global de poderes.

La pregunta que tenemos que hacernos en México es cómo vamos a estar parados frente a un escenario de conflictos que pueden derivar en una guerra, o que sin duda van a impactar la economía.

¿A quién vamos a elegir como presidente?

Eso es fundamental. Nos corresponde decidir si le entregamos la conducción del país a una persona experimentada, preparada y serena, o la ponemos en manos de un impulsivo, sin conocimiento del mundo y pendenciero.

Se trata de una decisión delicada, toda vez que ese candidato de arranques y ocurrencias tiene alrededor suyo a los aliados mexicanos de Kim Jong-un.

Nunca lo han ocultado: en el PT, sus dirigentes van cada año a festejar el cumpleaños del dictador, y cuadros del primer nivel de Morena defienden al régimen comunista de Corea del Norte.

¿A quién le vamos a entregar el poder?

¿Nos aventuramos con el señor de las rabietas que tiene aliados en el régimen de Pyongyang?

¿O preferimos optar por una conducción serena, equilibrada, con conocimiento de la economía y del mundo?

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