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Los nuevos mejores amigos de México: Evo, Timochenko, Correa…

El martes pasado hicieron su entrada en nuestra Cámara de Diputados los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), hoy convertidas en partido político, invitados por el Partido del Trabajo, miembro de la coalición gobernante en México. A la cabeza de los exguerrilleros iban Rodrigo Londoño (Timochenko) y Julián Gallo (con nombre de guerra “Carlos Antonio”).

¿Qué hacían en México los líderes de las FARC? “Venimos a conocer los nuevos vientos que están soplando sobre México, de los cuales nos estamos nutriendo”. Las FARC, como se sabe, eran la principal guerrilla colombiana, hasta hace muy poco (y con los mismos líderes) dedicada al secuestro, asesinato y tráfico de drogas. El presidente Juan Manuel Santos firmó con ellos la paz y les dio amnistía, como una forma de solucionar el problema. Corresponde a los colombianos juzgar la medida del expresidente Santos, pero hay un dato revelador: en las elecciones nacionales de marzo del año pasado, las FARC debutaron con un 0.34 por ciento de los votos. Hace algunos años, le pregunté en una cena a un ilustre colombiano –ya fallecido–, si las FARC en verdad estaban en el narcotráfico, y su respuesta fue tajante: “Las FARC son el narcotráfico”.

Bueno, esos son “los nuevos mejores amigos” de México que vienen a abrevar de “los nuevos vientos” que aquí soplan.

Tienen más méritos para ser huéspedes de la 4T. De acuerdo con el Centro Nacional Memoria Histórica de Colombia, citado por la agencia EFE (septiembre de 2016), nuestros amigos cuentan con estas ‘medallas’ adicionales en su país: Asesinatos documentados: 220 mil. Desplazamientos forzados: cinco millones 712 mil 506. Desaparecidos: 25 mil siete. Asesinatos selectivos: 16 mil 340. Masacres: mil 982. Secuestrados: 27 mil 23. Víctimas de violencia sexual: mil 754. Reclutamiento forzado: seis mil 421.

Bienvenidos a su casa, Don Timochenko, Don Gallo y su pandilla. Morena y el PT los saludan. Instalado en México, ahora sabemos que Evo Morales vivió sus primeras semanas en el Campo Militar Número Uno. ¿A qué temía nuestro nuevo mejor amigo? ¿A quién? ¿Qué sabe el gobierno mexicano de los enemigos de Evo en México, como para tenerlo en el Campo Militar Número Uno?. ¿Por qué las camionetas blindadas y escoltas armados del supuestamente desaparecido Estado Mayor Presidencial, para cuidar a Evo? ¿Por qué, si el exlíder de las seis centrales cocaleras en el trópico de Cochabamba es un humilde indígena?

Por cierto, se publicó en los medios el informe final de la OEA sobre las elecciones en Bolivia y concluyó que hubo manipulación dolosa de los resultados. Fraude, pues. ¿Cómo se hizo el fraude? Se apagó por 22 horas el Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (lo que en México sería el PREP), y cuando regresó ya la ventaja de Evo descartaba la segunda vuelta. Pero ocurrió algo más: “al día siguiente apareció en escena un servidor oculto, no declarado y no controlado ni por la empresa auditora ni por el personal técnico del órgano electoral”.

Desde Caracas salió la primera y única voz de protesta ante el informe de la OEA: “Evo volverá hecho pueblo, hecho millones”. Sólo Maduro y el gobierno de México siguen alegando que hubo golpe en Bolivia y se refieren a Evo Morales como “presidente”, pues todo el mundo y personalidades de izquierda como José Mujica y Lula Da Silva señalan que en ese país andino hay una solución democrática a la crisis. Incluso el partido de Evo (MAS) votó por nuevas elecciones sin el concurso del expresidente que violó la Constitución.

Hay un tercero, importante, que vino a respirar los “nuevos vientos que recorren México”: Rafael Correa, expresidente de Ecuador, figura que emergió como otro exponente del ‘socialismo del siglo XXI’.

Como su sucesor Lenin Moreno le dio la espalda al perfil ‘bolivariano’ de Correa, éste le quiso levantar el país en contra y tirarlo con gente de las FARC, del ELN y venezolanos maduristas que se infiltraron en las manifestaciones de indígenas ecuatorianos. No pudo. Lenin Moreno fue recibido por el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, y el rey Felipe VI, en Madrid. Aquí, en cambio, recibimos al chavista derrotado y desestabilizador de su país, Rafael Correa, y le damos el carácter oficial de “huésped distinguido”. Dicen que uno no escoge a sus parientes (ni a sus vecinos, en el caso de los países), pero sí a sus amigos. Ahí están los preferidos del gobierno: un violador de la Constitución para reelegirse eternamente, el líder de una guerrilla criminal y traficante de drogas, y un tipo simpático que no quiere dejar el poder en Ecuador y levanta a la gente contra el gobierno legítimo de Lenin Moreno. Ya nada de Merkel, Macron, Trudeau, Grupo de Lima… Nuestros ‘nuevos mejores amigos’ son otros.

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