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Latinoamérica, ¿más comunista que China?

Esta noticia debería alarmar a toda América Latina en momentos en que la región necesita urgentemente inversiones extranjeras: un nuevo estudio del Banco Mundial dice que China –gobernada por el partido comunista– tiene un clima de negocios mucho más amigable con los capitalistas que Brasil, Argentina, Venezuela y otros países latinoamericanos.

El estudio del Banco Mundial, titulado Haciendo negocios 2016, muestra que la mayoría de los gobiernos de Sudamérica ponen más obstáculos para abrir una empresa, operarla o cerrarla que los gobiernos comunistas de China o Vietnam.

El informe mide a 189 países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios, en escala descendiente. China ocupa el lugar 84 y Vietnam el 80, mientras que Brasil ocupa el 116, Argentina el 121, Nicaragua el 125, Bolivia el 157 y Venezuela el 186.

Algunos de los ejemplos del informe son escalofriantes. En materia de cuántos trámites legales hacen falta para abrir una empresa, por más pequeña que sea, en Hong Kong o Nueva Zelanda se requiere apenas un procedimiento jurídico; en Finlandia, tres y en Estados Unidos, seis. Por otro lado, se requieren 11 tramites legales en China continental, 14 en Argentina, 15 en Bolivia y 17 en Venezuela.

Medidos en el tiempo que se requiere para cumplir con estos trámites, se tarda una hora en Nueva Zelanda, un día en Hong Kong, seis días en Estados Unidos, 31 días en la China continental, 35 días en Paraguay, 50 días en Bolivia, 50 días en Ecuador, 83 días en Brasil, y 144 días en Venezuela.

No es ninguna coincidencia que varios países de América Latina figuren a la cabeza de los rankings mundiales de corrupción: cuanto más formularios hay que llenar para iniciar o conducir una empresa, más inspectores y funcionarios públicos hay que sobornar para “agilizar” el trámite.

Y no es casualidad que muchos países de América Latina tienen enormes economías subterráneas: cuanto más trabas burocráticas se ponen para abrir una nueva empresa legalmente, más gente decide operar en la economía informal. En muchos países latinoamericanos, la economía informal representa casi el 50 por ciento de la economía total.

La formalización tiene muchos beneficios.

Las empresas formalmente registradas tienden a ser más lucrativas, sus empleados reciben pensiones y otros beneficios sociales, y los gobiernos pueden recaudar más impuestos, dice el informe del Banco Mundial.

Por suerte, hay excepciones notables: en Chile, Uruguay, Colombia, Perú y México, el número de procedimientos legales para abrir una empresa se ha reducido a menos de ocho en los últimos años.

Pero consideremos otro ejemplo que aparece en el informe: el promedio de días que lleva a resolver una disputa comercial.

En Hong Kong, hacer cumplir un contrato en los tribunales tarda un promedio de 360 ​​días, en el resto de China 453 días, en Chile 480 días, en Argentina 590 días, en Bolivia y Paraguay 591 días, en Venezuela 610 días, en Uruguay 725, y en Brasil 731 días.

Eso es buenísimo para los abogados, pero malo para casi todos los demás.

En materia de facilidades para importar o exportar, China gana de nuevo. En Hong Kong, llenar los documentos necesarios para importar bienes lleva un promedio de una hora, mientras que en China continental se requiere un promedio de 66 horas, en Perú y Uruguay 72 horas, en Bolivia 96 horas, en Ecuador 120 horas, en Brasil 146 horas, en Argentina 336 horas, y –esto no es una broma– en Venezuela 1,090 horas, según las cifras del Banco Mundial.

Mi opinión: Puede que estos excesos de “tramitología” en Latinoamérica no hayan sido cruciales hace una década, cuando los países sudamericanos estaban inundados de dinero gracias a los precios récord de sus exportaciones de materias primas. Pero esos días han terminado.

Ahora, con los precios de sus exportaciones por el suelo y su economía estancada, la región necesita urgentemente atraer inversiones nacionales y extranjeras.

Para ello, los países deberían reducir drásticamente sus trámites burocráticos, y ofrecer un clima de negocios por lo menos tan amigable con el capitalismo como el de China comunista.

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