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La pornografía, ¿muerte del deseo?

La pornografía es una pandemia que produce millones de dólares. Nos invade por todas partes, en particular por Internet. La pornografía revela nuestra relación con el cuerpo, con el deseo sexual, con uno mismo y con el otro ser humano con quien nos relacionamos o tenemos sexo. La sexualidad no puede ser separada de la afectividad.

En la pornografía no existe la reciprocidad, ni el “encuentro” con el “otro” y, por ende, no hay lugar para la afectividad. La sexualidad es comunicación verbal profunda con el “otro”, es relación con otro guiada por los vínculos de afecto, y es ese vínculo el que mantiene y nutre el deseo.

La intimidad, el respecto, el compromiso, la igualdad, la justicia relacional y la reciprocidad son fundamentales para que exista y se mantenga el deseo. Una relación de pareja es una relación significativa con otro ser humano. No somos cosas ni objetos, sino sujetos.

Ser individuos libres y autónomos es algo imposible en la pornografía. En ella no existe afectividad, ni reciprocidad, ni libertad, ni respeto a la dignidad del otro. La pornografía es un estado de dominación, anulación de la libertad del otro, el sexo está divorciado de la afectividad, sin intimidad ni vínculo. Es el uso del otro como un objeto para obtener placer. Es un acto sexual donde el encuentro ni existe, y la sexualidad es todo lo contrario a lo que la define. La sexualidad es realmente el abandono de un ser humano en el otro, volverse vulnerable, entregarse y encontrarse. Como decía Antoine de Saint Exupery en El Principito, es dejarse domesticar por otro, crear un lazo, un vínculo y una relación significativa. Nada de esto ocurre en la pornografía.

Muchos creen que despierta el deseo, pero eso es falso. ¿Qué es el deseo? Desear es tratar de obtener algo, anhelar algo fuertemente. Es la esencia del ser humano. Es difícil de definir, pero todos sabemos que es el motor que nos mueve y nos da sentido en la vida. Por años se ha definido el deseo en relación con el objeto deseado. Aunque esto se queda corto, hay una serie de enunciados:

-Cada deseo se dirige, tiene un objeto. Yo deseo a este hombre o a esta mujer. Es algo que me arrastra a ese objeto y que no puedo manejar fácilmente. El deseo ha provocado guerras y ha logrado que reyes renuncien al trono.

-Cada objeto de deseo tiene características que lo hacen deseable para ese individuo que lo desea. Se repite en la vida que la gente desee a personas con ciertas características. De ahí que hoy sepamos cómo influyen las relaciones con los padres y entre los padres, en los objetos de “deseo” en el futuro.

Es virtualmente imposible que la pornografía mantenga el deseo, más bien lo ayuda a desaparecer. Lo que sí sabemos hoy es que solo una verdadera relación de intimidad y de justicia relacional contribuye a mantener el deseo sexual.

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