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La gran burla

El color de las boletas para la consulta del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México es el de Morena.

Los que van a financiar la consulta son legisladores de Morena.

Las preguntas las hicieron en Morena, con dados totalmente cargados en favor de Santa Lucía.

Serán de Morena los “voluntarios” que recibirán las votaciones el día de la consulta.

Quienes están en el Comité Técnico para el desarrollo de la consulta, son de Morena.

La mayoría de las urnas, para los que quieran votar, serán colocadas en bastiones de Morena.

Así es que lo que habrá será una consulta del partido Morena, no una consulta de Estado.

Cuidado, es un gran aviso de lo que viene. El INE sale sobrando (es muy caro, será el argumento).

Habrá consultas en que vote menos del uno por ciento del padrón, hechas por militantes del partido en el gobierno, para validar lo que sea al próximo presidente y presionar al Congreso, al Banco de México, al INEGI, con la fuerza de la “democracia popular”.

La consulta está hecha sobre la base de mentiras, como se observa en la carta que recibí y reproduzco por su certeza y emotividad. Me la envió un querido, y ya retirado, extraordinario ingeniero químico:

Te escribo para desahogar un poco mi sentimiento de tristeza y frustración.

De tristeza porque duele mucho ver que todo un gran país está por decidir continuar o no con una obra de la importancia del proyectado aeropuerto mediante una consulta.

Se trata de una obra con un contenido técnico, comercial y social de gran futuro. Una obra que quienes la concibieron vieron lo que significará esa obra en los años por venir, más allá de su permanencia en este mundo.

Cuando se habló en Francia del proyecto del nuevo aeropuerto que requería París, cuando se habló del proyecto del nuevo aeropuerto de Heathrow, en Londres, hubo discrepancias acerca de las localizaciones y del futuro de los antiguos aeropuertos.

Pero nunca, nunca discutieron sobre ello otros que no fueran los especialistas en cada materia: la aeronáutica, la comercial y la social.

Ganaron unos y otros se hicieron y los que “perdieron”, finalmente ganaron todos. Sólo hay que ver lo que hoy son esas dos obras monumentales.

Aquí se olvida muy fácilmente la historia y ciertos hechos, por eso mi frustración. Por ejemplo, desde siempre, cuando la aeronáutica militar tenía alguna celebración o algún acontecimiento que le pidiera volar desde la base de Santa Lucía, lo hacían y lo hacen suspendiendo vuelos comerciales del aeropuerto Benito Juárez por el riesgo que tiene hacer simultáneamente despegues y aterrizajes en ambos aeropuertos.

Además, ¿a dónde se va a ir la base militar? ¿La capital no estará en los planes estratégicos de defensa? ¿La aviación militar va a desaparecer?

Me tocó ver cuando abandonaron sus instalaciones militares de Balbuena, dónde hoy está la Unidad Kennedy estaban las pistas militares y enfrente, la fábrica de aviones y la fábrica de las mejores hélices del mundo, que ahí se hacían. A mis amigos pilotos y mecánicos les alegró irse a su base militar.

Por otro lado, los que quieren “rescatar al Lago de Texcoco” y sus inexistentes zonas agrícolas, se olvidan que en los finales de la década de los 30, el Gral. y entonces Presidente de la República, Lázaro Cárdenas, celebró que finalmente se había logrado desecar el lago de Texcoco para convertirlo en tierras agrícolas.

No se trataba de tierras para hacendados, se dijo muy claramente que eran tierras para que el pueblo tuviera dónde desarrollar su trabajo agrícola en pequeñas parcelas. Se llamó la Zona Agrícola Oriental

Mi papá compró una buena cantidad de tierra… al poco tiempo nos dimos cuenta que no serviría para sembrar nada.

Ya me picaba el gusanito ambientalista y químico y le dije: esta tierra tiene muchas sales, carbonatos y bicarbonatos, no dejan que crezca nada. Fíjate que no hay yerba, no hay pasto, no hay árboles… nada.

Papá fraccionó y vendió sus tierras… Ah!, y no había aves. Las aves migratorias que siempre habían llegado, y lo siguen haciendo, es a las lagunas de Zumpango o a las lagunas (cuando no habían sido invadidas) de Chalco, Tláhuac y Xochimilco.

Hasta ahí la carta. Y yo, ahora sí, me despido por ahora.

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