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Educación: Una burocracia aplastante

Se estima que los directores de escuela dedican entre un 40% y un 80% de su tiempo a tareas administrativas, principalmente a responder peticiones de información de las autoridades, a cumplir con trámites relativos a reglas y mandatos, así como a completar formularios. Esto es considerado por los administradores encuestados como un gran agobio. “Es agotador y frustrante”, dijo un anónimo director de escuela del condado Clark (Nevada), al ser entrevistado al respecto.

La elevada carga administrativa satura a los directores, a veces rayando en lo absurdo, lo que no les permite cumplir con las labores pedagógicas relacionadas con mejorar la calidad del aprendizaje, que es —sin lugar a dudas— lo más urgente.

A fin de simplificar y reducir la carga administrativa, urge crear un sistema de control más autónomo, a través del cual se consiga que las escuelas tomen decisiones por sí mismas. Se necesita un sistema de rendición de cuentas transparente, basado en la confianza y respaldado por auditorías que permita alcanzar un equilibrio entre el uso de los recursos destinados a la educación y los objetivos planificados por las escuelas. De esta manera se abrevian las cargas burocráticas.

“Para logarlo, será necesario que se creen planes de desburocratización diseñados colaborativamente por representantes de las escuelas, agencias públicas y privadas, los monitores del distrito escolar, organizaciones civiles y expertos en optimización de procesos”, dijo Valeria Gurr, directora estatal en Nevada de la American Federation for Children, una organización no-partidista y sin fines de lucro que aboga por reformas en el ámbito de la educación K-12.

Dicho plan de desburocratización idealmente contaría con fases de corto, mediano y largo plazo. Y sería a través de conversaciones con los implicados, que darían a conocer los problemas del sistema. Esto es esencial si aspiramos a políticas que promuevan un mejor futuro para nuestros estudiantes. Sin este tipo de reforma, nada funcionará como se debe. Con ella, gestionar recursos de las escuelas se convertirá en una tarea eficiente. Aunque para eso, no basta con un replanteamiento en la forma y fondo de la actual rendición de cuentas, sino que será imprescindible modificar el sistema de financiamiento con el objetivo de desenredar su estructura.

Vivimos en una época donde todos los ecosistemas están siendo reinventados a una velocidad vertiginosa. Uber es el nuevo taxi; Expedia, nuestro agente de viajes; Airbnb, la casa de familia donde nos hospedaban los amigos. No obstante, en lo relativo a la educación, todavía no explotado una reingeniería sistemática que revise los programas que se aplican en las escuelas y las obligaciones administrativas que están aplastando a los establecimientos escolares.

Hay que comenzar a imaginar este nuevo gran diseño ¡sin pérdida de tiempo! Hay que irlo desenrollando por etapas, las cuales, a su vez, sigan una secuencia lógica que no se vea afectada por las estrecheces de las rivalidades políticas y los ciclos de gobierno.

Liberar a los directores de tareas que los alejan de sus objetivos pedagógicos es una piedra angular en la creación de un mejor sistema educativo, uno que ponga en el centro al estudiante, al maestro y al director.

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