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Aquí entre nos

Hay hoteles de cinco estrellas, hay hoteles de una estrella y otros que son hoteles para ver las estrellas y Delights es uno de ellos. A este último no se le puede juzgar como a los primeros, pues de así hacerlo, la estrella que le tocaría sería una estrella rota.

A fin de gozar del esplendor de un lugarcito recóndito e ignorado por los mapas como este, o sea un lugarcito al cual no llegan las luces poderosas de una gran ciudad para opacar el tintineo de los astros en el cielo, hay que tener una inclinación natural por la naturaleza y sufrir de una amnesia pasajera por las comodidades a las cuales nos tiene acostumbrados la vida moderna.

Delights no está muy lejos, se encuentra en Tecopa (California) antes de llegar a Pahrump, a 86 millas de Las Vegas, saliendo por la carretera de Blue Diamond. Para llegar allí, se abandona la autopista 160 y uno se monta sobre el Old Spanish Trail Highway, que es un estrecho arrollo de asfalto de apenas dos vías que cruza en línea recta la monotonía desnuda y lunar del desierto.

Casi a la entrada de Tecopa, una colinas sinuosas imponen al conductor diez minutos de atención, y luego, al bajar, los hot springs o aguas termales empiezan a manar, llenando las piscinas, los spas y los patios traseros de las casa móviles.

Este pueblo callado y aparentemente dormido evoca una de esas películas de terror cuya acción gira en torno a un grupo de citadinos a quienes que se le averió el carro y que serán - sospechamos- comidos vivos o descuartizados, convertidos en zombies o vampiros.

¡Pero no! Les prometo, porque ya he ido y venido un par de veces, que del silencio impresionante y del calor mineral se sale vivo. Se sale como un spaguetti que ha hervido por mucho tiempo: blandito, relajado, curado del stress y; además, se sale con un mejor entendimiento del concepto de kitsch.

Le explico, “una flor de papel es kitsch, pero si la valoro por el cariño con que me la regalaron, entonces no es kitsch”.(Zátonyi, Marta Una estética del arte y el diseño de imagen y sonido) Así, pues, los colores greco-romanos en medio de réplicas de yeso de estatúas renacentistas que cohabitan desvergonzadamente con las férreas tuberías que hacen las veces de pasamanos, es todo un conjunto muy kitsch; aunque la validez calmante y sanadora de la experiencia no lo es. De no ser por unas moscas ENORMES, cual si fueran producto de una contaminación radioactiva, la densa paz que arropa Tecopa no llegaría jamás a interrumpirse.

Aquí entre nos, este pueblo es el cielo para aquellos que buscamos huir del ritmo alucinante y decrépito de la metrópoli. No obstante, aclaro, es igualmente decrépito y alucinante, pero razones diametralmente opuestas a las de la ciudad. En fin, es un espacio magnífico para vegetar.

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