Un experimento siembra dudas sobre la tesis de que los 43 estudiantes de Ayotzinapa fueran incinerados
septiembre 16, 2016 - 2:35 pm
Un experimento de la Universidad de Queensland (Australia) descartó que los 43 estudiantes desaparecidos en 2014 en México fueran incinerados en un basurero por un cártel, tal y como todavía sostienen las autoridades en ese país.
De acuerdo con el experimento, del que se hizo eco la revista Science y que recreó en Australia las condiciones del incendio, se hubieran necesitado unas 27 toneladas de madera para quemar 43 cuerpos y aún así hubieran quedado restos de materia orgánica.
Los científicos usaron cadáveres de cerdos en lugar de cuerpos humanos y para un único animal de 70 kilos necesitaron 1,389 libras (630 kilos) de madera, y aún así el 10 % de la carne no alcanzó a consumirse.
También quemaron cuatro cerdos a la vez, para comprobar si la acumulación de grasa corporal avivaba el fuego, pero el resultado fue que el incendio disminuyó.
Además, el director de la investigación, el peruano José Torero, visitó el basurero en el que supuestamente fueron quemados los estudiantes y no observó rastros de un incendio masivo.
Torero sostuvo que en el caso improbable de que el cartel hubiera conseguido las 27 toneladas de madera, las llamas deberían haber dejado marcas en los árboles cercanos, por lo que concluyó que ahí no fueron quemados.
La Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) de México sostuvo que los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa fueron detenidos la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, estado de Guerrero, por policías corruptos, quienes los entregaron a miembros del cartel Guerreros Unidos, que los mataron e incineraron sus restos en un vertedero de basura del municipio vecino de Cocula.
Un grupo de expertos designados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) conocido como GIEI ya indicó que no había evidencias científicas que confirmaran que los 43 jóvenes fueron quemados en el basurero.
Esa conclusión fue secundada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que también colaboró en la investigación a solicitud de los familiares de las víctimas.