María Mártir, de origen salvadoreño, fue reconocida por su trabajo en Santa Fe Station
febrero 8, 2022 - 4:30 pm
María Mártir nació en Santiago Texacuangos, una pequeña población enclavada en un municipio del departamento de San Salvador, El Salvador. Tuvo 11 hermanos; cuatro de ellos son varones y ocho mujeres, la mayoría residen en este país, aunque todavía le quedan familiares en el también conocido como “Pulgarcito de América”.
“Mi esposo Marco Antonio Mártir también trabaja en el hotel &casino Santa Fe Station. Nos casamos en 1977 y, en 1982, él emprendió el viaje al norte, estuvo viviendo un par de años en la Ciudad de México y posteriormente llegó a Los Ángeles”, comentó sobre la odisea que la trajo a Las Vegas, destacando que “nuestra llegada fue relativamente tranquila, ya que siempre se aseguró (mi esposo) que nuestra hija Beatriz y yo nunca corriéramos riesgos en el cruce fronterizo. Nos arregló nuestra residencia antes de ir por nosotras”.
Sobre el reconocimiento manifestó que nunca la habían nominado para recibir ningún tipo de premio. “Me sorprendió muchísimo, de hecho, todavía no lo creo”, dijo.
A ciencia cierta, no sabe quién la nominó o cuál es el proceso, pero dijo estar muy agradecida con la gente que dirige Santa Fe Station. “Empecé como lavaplatos y ahora me desempeño como ‘casino porter’, al principio tenía miedo porque no domino el inglés al cien por ciento, pero he descubierto que mientras hagas tu trabajo lo demás es irrelevante”, explicó.
María Rosalina Mártir Carranza -su nombre de pila-, recibió el miércoles 2 de febrero de 2022 un cheque por cinco mil dólares, los que piensa utilizar para adquirir el vestido de quinceañera de su nieta.
La señora Mártir lleva 21 años trabajando para la compañía Stations. “Ingresé cuando el hotel se llamaba Santa Fe y era popular por su pista de patinaje sobre hielo, allí llegaron a entrenar figuras como Viktor Petrenko y Oksana Baiul, así como bailarines del Strip; luego le cambiaron el nombre a Santa Fe Station”, dijo.
La señora María Mártir agradece a Dios por la bendición de haberle dado a su hija Beatriz y a sus nietas; el mayor obstáculo que ha sorteado, es no haber aprendido el idioma al cien por ciento y la fobia a manejar, le da pánico conducir automóviles, afirma.