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Un sobreviviente de la explosión de Pajaritos: “Esto nos va a envolver, va a reventar”

En un comunicado, Pemex señaló que de los 32 fallecidos, se han identificado y entregado a sus familiares a 26, mientras que se realizan pruebas de ADN de los otros seis cuerpos.

Se puede decir que Arnulfo Núñez Lugo tuvo suerte al salir solo con una fractura en la pierna luego de exponerse a tres explosiones. La tragedia de ese día la recuerda con nitidez. Al darse cuenta de que había problemas técnicos en una planta de refrigeración del complejo petroquímico Parajitos, donde labora, intentó detener la operación e inhabilitar los reactores. Pero en ello, ocurrió el primer estallido y una nube química arropó a sus compañeros. Fue corriendo al cuarto de control y avisó que desalojaran rápidamente: “Esto nos va a envolver, va a reventar”.

Nuñez Lugo es uno de los 136 trabajadores heridos en el accidente de la planta de Veracruz operada por una empresa afiliada a Petróleos Mexicanos, una tragedia que cobró la vida de 32 personas, según el último recuento oficial. Trece de los hospitalizados están en condiciones de gravedad, según confirmó José Antonio González Anaya, director general de Petróleos Mexicanos.

En medio de la emergencia, Núñez intentó alejarse junto con sus compañeros de trabajo, pero sobrevino una segunda explosión que los arrojó de nuevo al suelo. Aunque perdió el casco de seguridad logró llegar a otros controles, pero la energía eléctrica ya se había interrumpido. En ese momento, sintió el impacto de la tercera onda expansiva.

“Me retiré a una zona más segura, empecé a hablar a las plantas vecinas a que me suspendieran el envío de gas, de combustible; hablé a la planta de cloro (para) que me suspendieran el envío de cloro; la de oxígeno para que todo fuera local y no fuera global e involucrar más centros de trabajo”, narró Núñez Lugo, originario de Cerro Azul, Veracruz.

Fue cuando al mirarse la pierna se dio cuenta de la fractura expuesta que tenía. Estaba empapado en sangre, no veía bien, no escuchaba, pero todavía pudo llamar a su esposa, que trabaja en la planta de oxígeno, para que avisara que cerraran todas las válvulas y el envío del gas, refiere un despacho de la agencia Notimex.

Alfredo Gallegos Nava también se recupera de las heridas en una cama de un hospital. También fue uno de los trabajadores de la petroquímica que hicieron lo posible por contener los impactos de este accidente.

Recuerda que pidió a colegas que se hicieran cargo de los últimos procedimientos de seguridad, siempre y cuando no pusieran en riesgo sus vidas, mientras ordenaba a otros que abandonaran la zona.

Mientras lo envolvía una “atmósfera de ácido”, pudo disparar un compresor para evitar más daño.

“Salgo corriendo ya casi atrapándome el ácido cuando viene el estallido y me aventó contra una columna”, contó al presidente Peña Nieto, quien lo visitó en su habitación 119 del Hospital Regional de Minatitlán de Pemex.

En medio del desalojo y las explosiones cayó desde el tercer piso. No perdió el conocimiento a pesar de que se rompió la cabeza, recordó, y logró salir con la ayuda de Jorge Uscanga, su segundo jefe, quien lo sacó del área crítica, y después aunque con mareos logró llegar a una ambulancia.

Este domingo, con ayuda de perros, los rescatistas llegaron hasta algunas de las áreas más afectadas por la explosión el miércoles y encontraron más cuerpos, informó la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).

La empresa señaló que ya se conoce el paradero de todos los trabajadores que estaban ese día en la planta del puerto de Coatzacoalcos, en el Golfo de México.

Pemex señaló en un comunicado que de los 32 fallecidos, se han identificado y entregado a sus familiares a 26, mientras que se realizan pruebas de ADN de los otros seis cuerpos de los que no se conoce aún su identidad.

La explosión fue causada por una fuga de químicos, lo que generó un gran incendio y una enorme nube de humo que cubrió la ciudad según indica la agencia Reuters.

En la tarde del jueves, 108 heridos fueron dados de alta, según informó la Jurisdicción Sanitaria.

La planta de Coatzacoalcos, a unos 372,82 millas (600 kilómetros) al sureste de la Ciudad de México, es operada por la empresa Petroquímica Mexicana de Vinilo, una asociación de la compañía privada Mexichem y Pemex. Ahí se hace cloruro de vinilo, un producto químico peligroso que se utiliza para fabricar tuberías de PVC.

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