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La validez pedagógica de la danza

A propósito de que el 16 de noviembre se celebra el Día Internacional del Flamenco, nos interesa explorar la función que la danza juega en el ámbito educativo. En sánscrito, la palabra danza quiere decir «anhelo de vivir». Y de ahí que a esta práctica se le atribuyen beneficios que traspasan los límites de lo corporal y se percibe como un medio capaz de expresar las emociones y los sentimientos.

Pedagogos y autores como Montessori, Pestalozzi, Froebel, Dewey y Steiner, R. se encuentran entre los pioneros en reconocer que la enseñanza ha de estar centrada en la persona. Es decir, abogan por una educación más humana y expresiva, lo que incluye a las artes. Así, la danza se plantea como expresión personal-afectiva y una necesidad interior tan espiritual como física.

Desde el punto de vista físico, este recurso utiliza al cuerpo como instrumento a través de técnicas específicas y viene a fungir un papel compensatorio ante el sedentarismo de la vida actual y la reducción del movimiento que la pandemia ha forzado en la vida estudiantil. Con ejercicio físico, la mente suele dirigir el movimiento.

Como resultado, la danza estimula la actividad de la mente. En el ámbito intelectual, se utiliza como medio para aprender sobre los aspectos históricos, sociales, culturales y artísticos. Además, expresa ideas, emociones y sentimientos como actividad humana universal que se extiende a lo largo de la historia, a lo largo de todas las edades, en ambos sexos y en todo el planeta, abarcando dimensiones que van desde el arte hasta la educación e incluso las terapias.

En cuanto a su validez pedagógica, se ha encontrado que ayuda con la adquisición y desarrollo de las habilidades y destrezas básicas, con el desarrollo de tareas motrices, afila la coordinación, agudiza las habilidades perceptivo-motoras, el conocimiento y control corporal -en general- y enfoca el pensamiento, la atención, la memoria y la creatividad. Al tiempo que favorece la interacción entre las personas.

A través del movimiento, los alumnos logran no solo desinhibirse, sino también expresarse corporalmente con mayor desenvoltura y estar en consonancia con el fenómeno sonoro.

Varios autores (López, 2006; Martínez, 2005; Pains, 1995) especializados en el arte-terapia insisten en la danza como herramienta del sistema educativo, ya que evita y prevé las situaciones conflictivas, problemas de agresividad e incluso de violencia en clase. No obstante, en una gran mayoría de las escuelas modernas no existe un reconocimiento de la danza como materia de aprendizaje. Encontramos que la formación de los docentes es escasa, por no decir inexistente, y faltan espacios adecuados, medios y materiales.

Por eso, invitamos a nuestros lectores a que, ante los rumores de un nuevo cierre de las operaciones públicas, busquen realizar este tipo de actividades corporales con sus hijos. Porque, aparte de los beneficios biológicos, cognitivos y psicomotores, queda el placer del movimiento y el sentido de libertad que produce el uso de energías para la expresividad.

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