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Le creo a García Soto no a Aristegui

El reportaje sobre la “casa blanca” fue la gran revelación periodística del año pasado.

La Presidencia de la República reaccionó tarde y mal ante el reportaje de Carmen Aristegui, que evidenció una situación que tenía (y tiene) una sola salida: devolver esa casa a la inmobiliaria y deshacer el trato.

El periodista Salvador García Soto publicó en El Universal que el reportaje de Aristegui se hizo con base en una investigación realizada por el aparato de inteligencia (espionaje) que desde hace tiempo se le atribuye a Marcelo Ebrard, lo cual es perfectamente creíble.

Hasta ahí todo iba bien, pues la revelación de García Soto no ponía en duda la veracidad de lo publicado por Aristegui. Pero la conductora montó en cólera y arremetió contra su colega, contra el director del diario y el diario mismo.

La sobrerreacción de Aristegui indica que la crítica era acertada. Además, su trayectoria periodística, con frecuencia en el filo de la media verdad y de la intriga, le da la razón a García Soto.

No le creo a Carmen porque desde hace muchos años miente de manera recurrente. Hay un rosario de falsedades en su historial periodístico.

Sólo por citar de memoria algunos de sus trabajos que fueron manipulados por ella y quienes le acompañaban, recuerdo el caso de la grabación a Jorge Emilio González Torres (El Niño Verde), en que un empresario le ofrecía dos millones de dólares por gestionar un permiso ambiental en Cancún.

Ese video lo pasaron Aristegui y Javier Solórzano por Televisa, donde trabajaban, y fue un escandalazo. No era para menos, salvo por un detalle: los dos periodistas pasaron sólo una parte del video, la que contenía el ofrecimiento, y omitieron la respuesta, que fue el rechazo al soborno.

Aristegui y Solórzano editaron el video y quitaron la negativa del Niño Verde a los dos millones de dólares. Después admitieron que el video fue editado… “por razones periodísticas”.

También está el caso de la anciana de Zongolica, Veracruz, que según reiteraba Aristegui murió por una violación tumultuaria y traumatismo cráneo encefálico provocado por miembros del Ejército, y después la investigación de la CNDH, encabezada por José Luis Soberanes, dictaminó que la señora Ernestina falleció por anemia aguda.

Aristegui fingió que Televisa la había corrido de la W Radio por temas relacionados con la libertad de expresión, cuando salió de ahí porque su jefe, Daniel Moreno, para renovarle el contrato, le pedía respetar los cortes comerciales, llegar a tiempo y avisar cuando se iba de vacaciones.

Dio por válido el rumor que soltó Gerardo Fernández Noroña sobre el supuesto alcoholismo de Felipe Calderón (lo que era y es falso), y a través de MVS emplazó al entonces presidente a aclararlo públicamente. La corrieron por violar el código de ética, pero luego los dueños metieron reversa.

Imborrable en la memoria está la actitud de Aristegui, cuando trabajaba con Solórzano y Pedro Ferriz en MVS, ante la mentira fraguada entre Los Pinos y Ferriz sobre una cuenta de cinco millones de dólares de Julio Scherer García en Nueva York. Carmen le mandó, al aire, un abrazo al calumniador cuando por una orden judicial tuvo que desdecirse.

En fin, por eso y muchísimo más le creo a García Soto y no a Aristegui.

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