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El negacionismo presidencial

Decir que el Presidente vive en una realidad alternativa puede resultar gracioso para quien lo escribe o quien lo lee, pero es una desgracia atroz, porque el negacionismo en que se ha instalado nos está llevando a una catástrofe nacional.

Pide no darle importancia a la caída del PIB –“un término que debe entrar en desuso”– que este año será cuando menos del ocho por ciento, aunque puede ser del diez o más.

Cada punto que cae el PIB implica la pérdida de 200 mil empleos formales. Tal vez cree que con sus programas sociales va a solucionar esa crisis. Se equivoca. Los cerca de dos millones de personas que quedarán sin trabajo (familias sin ingresos) no están en el padrón de apoyos porque, precisamente, tenían empleo.

¿Y cómo vamos a hacer con el millón 200 mil personas que este año van a tocar las puertas del mercado laboral porque llegaron a edad de trabajar?

Si no hay crecimiento de la economía, no hay nuevas fuentes de empleo.

Tampoco habrá recursos suficientes para programas sociales.

Al bajar la actividad económica disminuyen los ingresos presupuestarios. Para este año se estima una pérdida de 317 mil millones de pesos en ingresos del gobierno calculados en la ley respectiva. Para el próximo será peor.

Además, si el crecimiento del PIB es irrelevante, ¿por qué prometió hacerlo crecer al cuatro por ciento anual? Sin crisis lo tiró a -2.4 en el primer trimestre.

El sector privado presentó esta semana un plan de recuperación económica de 68 puntos. AMLO los mandó a volar. Le pueden entregar un programa de dos mil puntos y la respuesta será igual: ni los va a leer.

“No habrá más de lo mismo. No habrá rescate para los potentados”, respondió al planteamiento del CCE.

Le proponían contraer deuda entre 0.5 y 5 puntos del PIB para reactivar la economía, proteger empleo y cadenas de valor. Les dijo que no, que él ya tiene un plan y se llama austeridad.

“Es una irresponsabilidad fiscal no gastar más en estos momentos”, dijo ayer en el Foro de El Financiero el director de estudios económicos de BBVA, Carlos Serrano, en consonancia con lo que recomiendan organismos internacionales.

Totalmente ajeno a la realidad, nuestro Presidente va a inyectar dinero, pero no a la recuperación económica, sino a Pemex, que en 15 meses de su gobierno perdió 900 mil millones de pesos.

Por cada barril producido se están perdiendo entre 12 y 13 dólares.

Por cada barril refinado se perdieron 12.5 dólares adicionales en el trimestre, de acuerdo con el reporte financiero dado a conocer por Pemex.

Además, canceló todos los proyectos de producción de energía por medio de fuentes limpias –solar, viento y geotermia–, porque cuando pasó por la Rumorosa le pareció que afeaban el paisaje.

Es un eufemismo: tiene aversión a la iniciativa privada, que produce y vendía a la CFE energía a la mitad del precio que le cuesta producirla a la paraestatal.

López Obrador está estrangulando las finanzas públicas y privadas, y en su mundo piensa –y dice– que vamos requetebién.

Ajeno a la realidad, concretamente a la suya, López Obrador nos pide que nos olvidemos de lo material y nos concentremos en lo espiritual. Por favor. Él no fue elegido pastor, sino Presidente de la República, y su obligación es mejorar el bienestar material y dar seguridad personal y patrimonial a la ciudadanía.

Del bienestar espiritual se encarga cada quien, no el Estado.

En su mundo alternativo el Presidente ya domó al coronavirus, y el políticamente ambicioso doctor López-Gatell hace de comparsa al informar que ya achatamos la curva cuando en México se realizan 0.4 pruebas por cada mil habitantes, contra 22.9 en el resto de países de la OCDE.

El negacionismo llevó a AMLO a rechazar que hubiera desabasto de medicinas, calumnió a los médicos, y en marzo salió la Secretaría de Salud a reconocer el problema y anunció que ya se había comprado Ciclofosfamida para tres meses. Ya se acabó, para desgracia de 30 mil niños con cáncer.

Ninguna gracia tiene que nuestro Presidente viva en una realidad alternativa y lleve al país a la ruina.

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