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Gutiérrez Ortíz Mena, la renovación de la justicia

Lo que México reclama es acceso igualitario a la justicia y el fin de la impunidad. Eso es lo que representa el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, uno de los seis aspirantes a presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Gutiérrez Ortiz Mena es “el hombre para el momento”, y no es una alusión al idílico y fugaz mexican moment, sino a la situación crítica por la que atraviesa el país.

El amiguismo y la impunidad han hecho crisis en México, y se necesita no sólo un cambio generacional al frente de la Corte, sino un cambio en la impartición de justicia.

La justicia, hoy, es rudísima con quienes pueden costearse el acceso a la libertad, y cruel con el que carece de recursos para defenderse o pagar una fianza por delitos menores.

México no puede seguir así, es el consenso. Por tanto el Poder Judicial también debe cambiar.

Se necesita en la titularidad de la Suprema Corte a alguien con sentido de Estado, como Gutiérrez Ortiz Mena, quien ha demostrado también una excepcional capacidad en el terreno jurídico.

Desde luego no es el único que cumple los requisitos que el momento demanda. También está el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, un juzgador valeroso que sabe decir no a las presiones y a las consignas, como lo ha demostrado con creces en su carrera.

Pero si por motivos internos de la Corte, no es Pardo Rebolledo su próximo presidente, el consenso tendría que apuntar hacia Gutiérrez Ortiz Mena, quien lleva en la sangre el sentido del Estado.

Hace unos días, en la presentación de su informe de labores, el ministro Gutiérrez Ortiz Mena expresó lo que observaba en el país: una crisis social.

“Tenemos una sociedad con miedo, secuestrada por la violencia”, dijo el ministro. Agregó que, hoy más que nunca, “debemos transmitir a la población que el Poder Judicial no va a permitir la perpetuación de la violencia y la impunidad. La sociedad está cansada y busca una respuesta”.

Eso es entender el momento: crisis social, violencia e impunidad, que demandan una respuesta del Poder Judicial en general y de la Suprema Corte en específico.

Hablamos, pues, de un cambio generacional que conlleve un cambio de actitud: una renovación del sistema de impartición de justicia.

Ortiz Mena, como Pardo Rebolledo y Fernando Franco, representan ese cambio que el país demanda con toda claridad: la posibilidad de que las personas, independientemente de su condición social o étnica, tengan un acceso real a la justicia.

Hoy por hoy esa justicia no existe, y está siendo cuestionada la manera en que se sanciona a unos y se exonera a otros.

Gutiérrez Ortiz Mena puede ser el que dé ese giro a la Corte e impulse el cambio en la impartición de justicia en un país donde se negocia la ley y se castiga al más débil, o al que se deja.

Además, este ministro cumple con el señalamiento de Napoleón, cuando le preguntaron a qué edad hay que comenzar a educar a los hijos: –Veinte años antes de nacer–, respondió el gran corso.

Dentro de poco sabremos si la Suprema Corte está dispuesta a cambiar como lo exige la sociedad.

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