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¿Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU?

Cuando en el ultra polarizado Congreso de Estados Unidos los demócratas y republicanos hacen una declaración conjunta sobre política exterior, tal como lo acaban de hacer al urgir al presidente Barack Obama a oponerse a la admisión de Venezuela en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, suele valer la pena leer de qué se trata. Y en esta ocasión, lo vale.

En una carta del 24 de septiembre dirigida al secretario de Estado de EEUU, John F. Kerry, 14 miembros de la Cámara de Representantes de ambos partidos instaron a la administración a “tomar una postura activa” para evitar que Venezuela logre ocupar una banca no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, luego de que funcionarios estadounidenses dijeran que no se opondrían activamente a la nominación de Venezuela.

En julio, Venezuela fue nominada para ocupar una banca no permanente en el Consejo de Seguridad en una reunión a puertas cerradas del grupo GRULAC, constituido por los países latinoamericanos ante la ONU.

Según las reglas de la ONU, la nominación de Venezuela deberá ser aprobada por un tercio de los 193 países miembros de la Asamblea General de la ONU en una votación secreta, en la que es tradicional que todos los países apoyen las nominaciones de cada región.

La carta enviada por los legisladores a Kerry dice que “una banca venezolana en el Consejo de Seguridad envalentonará al régimen de Venezuela y servirá de plataforma a los regímenes perversos con los que Venezuela colabora”.

El presidente venezolano Nicolás Maduro está ayudando a Irán a eludir las sanciones de la ONU contra el programa nuclear iraní, y ha apoyado públicamente al dictador sirio Bashar al Assad en la guerra civil de Siria, que ya ha causado más de 200,000 muertes. Y cuando Rusia invadió Crimea hace algunos meses, Venezuela fue uno de apenas 11 de los 193 miembros de la ONU que apoyaron la invasión rusa, argumentan los congresistas en la carta.

En la misiva, firmada entre otros por el presidente del subcomité del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes, Matt Salmon (republicano por Arizona), la presidenta del Subcomité del Medio Oriente y África del Norte, Ileana Ros-Lehtinen (republicana por Florida), y la presidenta del Comité Nacional Demócrata, Debbie Wasserman Schultz (Florida), también se piden “sanciones más rigurosas contra los violadores de derechos humanos del régimen de Maduro”.

A principios de este año, al menos 43 personas murieron, más de 800 resultaron heridas y alrededor de 2,500 arrestadas durante las protestas estudiantiles en Venezuela. Según Human Rights Watch, hubo “un alarmante patrón” de violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas gubernamentales.

Asimismo, Maduro asumió el poder tras un dudoso proceso electoral el año pasado, y ha arrestado a varios líderes claves de la oposición como Leopoldo López con acusaciones fraguadas, según dicen los firmantes de la carta.

“Estados Unidos debe adoptar una postura decisiva en este tema, dandole voz y voto a los oprimidos y promoviendo nuestros ideales de democracia, libertad, y respeto por los derechos humanos”, concluye la carta.

Cuando pregunté al Departamento de Estado por la carta de los legisladores, la vocera Angela Cervetti me dijo que el gobierno de Obama manifiesta constantemente su preocupación por los derechos humanos y la democracia en Venezuela, y que recientemente revocó las visas estadounidenses de varios funcionarios venezolanos.

En cuanto a la probable elección de Venezuela para el Consejo de Seguridad, Cervetti dijo que todos los aspirantes a ser miembros del Consejo de Seguridad “debían apoyar los principios de la Carta de la ONU”, pero agregó que “fue el GRULAC, y no Estados Unidos, quien eligió a Venezuela”. Muchos interpretan esa declaración como una admisión de que Washington no puede hacer mucho al respecto.

Mi opinión: El hecho de que los gobiernos latinoamericanos le hayan dado la espalda a la defensa de la democracia y los derechos humanos para elegir a Venezuela como integrante del Consejo de Seguridad de la ONU no debe ser una excusa para que Obama se quede con los brazos cruzados.

La banca de Venezuela aún debe ser aprobada por dos tercios de la Asamblea General en un voto secreto, lo cual significa que podría ser bloqueada con 65 votos.

Es cierto que la ONU es un reino del absurdo, en el que países como Cuba suelen conseguir más votos que Estados Unidos o Europa. Y también es cierto que Obama está librando otras batallas diplomáticas, y que puede que ésta sea una causa perdida.

Pero en un momento de crecientes conflictos mundiales, en los que Venezuela casi con seguridad usaría su banca del Consejo de Seguridad para respaldar a algunas de las dictaduras y grupos terroristas más sangrientos del mundo, Obama debería invertir un poco de capital político para conseguir esos 65 votos. Hay demasiado en juego como para no dar una buena pelea diplomática para evitar la elección de Venezuela.

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