La Doctora Berverly Mathis: un ser gigante
julio 26, 2013 - 10:22 am
Aunque retirada, Beverly Mathis continúa distribuyendo comida para donarla a familias necesitadas, repartiendo zapatos entre los niños descalzos, colaborando en obras filantrópicas con sus hermanas universitarias de Delta Sigma Theta, sirviendo en la iglesia, entrenando voluntarios, conduciendo ancianas al médico y viajando al otro lado del planeta para estar presente en la ceremonia de graduación de un ex alumno, quien la recuerda y le agradece aquel tiempo transcurrido en la escuela cuando la luz de esta maestra iluminó para siempre su vida.
A Beverly le queda de Tennessee el hermoso acento sureño, y de las horas dedicadas a escuchar La Palabra le ha quedado la entonación propia de los pastores: vibrante, cautivadora y poderosa. Así, con esos mismos adjetivos yo describiría a toda su persona. She is larger than life
Durante dieciséis años fue la directora de Kermit Roosevelt Booker , una escuela situada en el corazón de una comunidad pobre y como todo lugar estragado por la desigualdad social, afectado por mil tragedias: drogas, hogares rotos, desempleo y un nivel académico extremadamente bajo en los adultos; y en consecuencia, también en los niños.
¿Puede alguien lograr levantar a esta población por encima de las tristes expectativas que se tiene de ella, por encima de las funestas estadísticas que todavía se repiten generación tras generación? ¡Berverly Mathis lo logró!
Lo logró gracias a una tenacidad sin comparación y a la aplicación efectiva de sus vastos conocimientos sobre la educación temprana (35 años de experiencia), gracias a la cual ella ha acumulado una larga lista de galardones, reconocimientos y premios.
Pero mayor aún que su preparación, fue el deseo de lograrlo lo que le bastó, eso y su inmenso amor por los niños. Un amor que no cesó ni en los momentos más oscuros de su lucha contra el cáncer y que la impulsó a tocar de puerta en puerta, muchas veces acompañada de sus hijas Ashley y Tya*, buscando mecenas, conversando con los padres y abogando, abogando, abogando.
En sus años al mando de Booker nunca le tembló el pulso para interrumpir los juegos de dominós de las esquinas: las clases empiezan tal día ¡no dejen de traer a sus niños!, ni para irrumpir en las iglesias, persuadiendo a los líderes religiosos de plantar en las mentes de la audiencia la pregunta: ¿cuándo fue la última vez que usted fue de visita al salón de clases de sus hijos?
De pie frente al portón de la escuela, bajo el sol, contra viento y marea, la directora no dejaba pasar un día sin regalar una sonrisa y dar una bienvenida calurosa, aunque ella supiera que no todos los padres cruzarían el umbral de la escuela...o el de sus propias casas. Por eso entrenó a los alumnos a levantarse, vestirse y caminar hasta la escuela al oír estallar las bocinas con las letras inspiradoras de la canción I believe I can fly. Y si no había ropa limpia para vestirse, entrenaba los niños a levantarse y ponerse cualquier cosa ya que en la escuela los cambiarían. Y si de lleno los chiquitos no venían, ella se trepaba por una ventana y entraba a buscarlos; alguna vez dentro de una casa a oscuras donde los gusanos crecían sobre una pila de platos usados.
El suyo fue un trabajo titánico! Pero un trabajo que pagó sus frutos produciendo mejorías académicas impresionantes, un clima de trabajo provechoso para los maestros, y un incremento exponencial en la participación de las familias y de la comunidad en la escuela.
Un trabajo que Bervely Mathis dice nunca haber sido tal: -No he tenido que trabajar ni un día de mi vida. Lo que hago es tan maravilloso, amo tanto dedicarme a los niños, que no puedo llamarlo un trabajo, sino mi llamado.
La Doctora Mathis es una leyenda viviente y la prueba palpable que la influencia de una sola persona puede de hecho cambiar el curso de miles de vidas de toda una vecindad. Hoy la celebramos ¡con tambor y panderetas! por haber dedicado su vida entera a demostrar que la educación es la única cosa que puede completamente romper con las cadenas de los nacidos en la desigualdad.