Donald Trump necesita oxígeno político pues su discurso racista no ha bastado para levantarse del piso electoral en que supuestamente se encuentra, 14 puntos abajo del candidato demócrata Joe Biden, y convocó al presidente de México a la Casa Blanca para tal propósito.
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Dos nuevos rankings mundiales de competitividad traen malas noticias para América Latina: muestran que la región se está volviendo cada vez menos atractiva para los inversores extranjeros. Y los presidentes de México, Brasil y Argentina están haciendo empeorar las cosas.
Empecé a ver una película que todos me recomendaron, pero no duré ni cinco minutos. Daba náuseas ver cómo un salvaje violaba a una jovencita, dejándola en un charco de sangre. Me indignó tanto que apague la televisión. Deberían cambiarle el nombre a la TV y al cine: es un saco lleno de crímenes, sexo violento, denigración de la mujer y un gran etcétera.
“Muchas familias no tienen los dispositivos digitales necesarios ni las habilidades o el nivel cultural para acompañar a sus hijos en un aprendizaje autónomo; nos estamos jugando que muchos niños se descuelguen del sistema”, explicó Álvaro Ferrer, investigador de la organización sin fines de lucro Save the Children, en una carta dirigida a la ministra de Educación de España. El contenido de dicha carta se ajusta al dedillo a la realidad de otros países, incluyendo Estados Unidos y Reino Unido.
El coronavirus está fuera de control en el país y el encargado de contenerlo se encuentra absolutamente extraviado.
Aquí hay una noticia que pasó casi desapercibida en medio de la pandemia de COVID-19 y las protestas raciales en Estados Unidos, pero que merece atención: señala que el presidente Donald Trump habría usado fondos incautados a la dictadura de Venezuela para pagar su inútil muro fronterizo.
El 18 de junio la Corte Suprema de Estados Unidos bloqueo el cruel e innecesario intento del presidente Trump de poner fin a las protecciones otorgadas a los “Dreamers” incluyendo a miles que residen en Nevada.
El progreso de las naciones depende de la educación, y esta a su vez, de las instituciones que la gobiernan. Dichas instituciones no sólo deben preocuparse de lo relativo al conocimiento, sino que —también— deberían atender la parte espiritual, que incluye normas y valores humanitarios tales como la solidaridad y la diversidad, entre otros elementos que son esenciales para la enseñanza.
Ahora que la ciudad está en Fase 2 de reapertura, es más importante que nunca, manejar con cuidado y al límite debido.
Las tres últimas palabras de George Floyd antes de morir estrangulado por un policía en Minnesota serán icónicas para toda una generación, marcada por el COVID-19 y la angustia económica. Más o menos así lo describió hace unos días Vanessa Rubio, en una reflexión llena de dolorosa exactitud.
La afirmación del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de 66 años, de que no ha tenido una cuenta bancaria en varias décadas y que nunca ha tenido una tarjeta de crédito plantea una pregunta inquietante: ¿puede alguien que no tiene una cuenta bancaria ni una tarjeta de crédito entender cómo funciona la economía?
La educación ha sido un laboratorio para experimentar las ideas dominantes de cada época. Por ejemplo, en el siglo pasado, las teorías de razas se usaron para trazar políticas educativas en América, que convirtieron las escuelas en uno de los principales centros de producción y reproducción del racismo, como explica Sandra Soler Castillo en un artículo dedicado al estudio del racismo en la educación.
Indudablemente, el Covid-19 nos ha llenado de ansiedad. Pero, ¿qué es la ansiedad? ¿Cómo podemos controlar algo tan desagradable? ¿Qué la origina?
El gran argumento del Presidente es que, comparado con otros países, no hay tantos muertos.
No me malinterpreten, la pandemia de COVID-19 es la peor crisis mundial en muchas décadas, y las cosas pueden ponerse aún peor. Pero, contrariamente a lo que muchos creen, es probable que esta crisis sea mucho menos devastadora, en vidas humanas y destrucción económica que otras grandes pandemias del pasado.