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“Amaba la vida”: víctima de COVID cumplió muchos sueños en vida

Nota del editor: Las Vegas Review-Journal quiere contar las historias de aquellos que han fallecido a causa del coronavirus.

La muerte de Victor Rapazzini el año pasado a causa del COVID-19 dejó atónitos a los que mejor lo conocían.

Murió solo en la tarde del 4 de mayo de 2020 en un hospital de Las Vegas, tras una batalla de un mes contra la enfermedad respiratoria. Tenía 83 años.

Pero antes de caer enfermo, Rapazzini no mostraba signos de desaceleración mientras se embarcaba en su decimotercer año como educador del Distrito Escolar del Condado Clark.

Por las mañanas, antes de ir a la escuela, volteaba hacia su mujer en la cama y, con su característica sonrisa, decía: “Hoy es un gran día para estar sobre la tierra”.

Riendo, su mujer, Cynthia, dijo en una entrevista este mes: “Nunca pude lograr que se jubilara”.

Y si no hubiera sido víctima del nuevo coronavirus, añadió, “ahora mismo estaría en la escuela con sus alumnos”.

Al momento de su muerte, Victor Rapazzini trabajaba con alumnos con necesidades especiales en Sawyer Middle School.

“Amaba la vida”

Victor Rapazzini nació y creció en San José, California.

Era un hombre con muchos intereses y pasiones, y como tal, no tenía una verdadera vocación.

En cambio, vivió una vida plena y feliz, sin estar atado a ninguna carrera o trabajo.

Según su mujer, a lo largo de su vida también fue pastor, propietario de una bodega, agente de seguros y boxeador. A principios de la década de 1980, tras su carrera universitaria de boxeo, entrenó a los boxeadores Eddie Wright y Don Coates.

“Amaba la vida”, agregó Cynthia Rapazzini. “Aprovechaba cada día”.

Cynthia Rapazzini, de 65 años, conoció a su marido en 1977 en San Francisco. Él era casi 20 años mayor que ella, ya era padre de tres hijos y se había casado una vez, pero a Cynthia Rapazzini no le importó eso.

Se sintió atraída por sus grandes ojos azules y su risa infantil. Estuvieron juntos desde 1981 hasta su muerte el año pasado, tuvieron un hijo juntos.

“Era mi mejor amigo”, describió Cynthia Rapazzini. “Fue realmente un amor único en la vida. Realmente lo creo”.

Juntos superaron muchos desafíos, incluyendo la muerte de las dos hijas de Victor Rapazzini, Erica y Andrea.

“Sobrevivimos a muchas cosas juntos. Él realmente cambió mi vida”, añadió Cynthia Rapazzini. “No sería quien soy ahora si él no hubiera estado en mi vida”.

Siguiendo adelante

La pareja se mudó del norte de California a Las Vegas en 1996. Victor Rapazzini trabajó estrechamente con un constructor para dar a su mujer la casa perfecta en el valle del oeste, donde criaron a su hijo, Adrián.

En la actualidad, Cynthia Rapazzini sigue viviendo en la casa de dos pisos que “guarda muchos de sus recuerdos”.

Muchas de las pertenencias y fotos de su marido no se han tocado en el año transcurrido desde su muerte.

Pero durante meses, comentó Cynthia Rapazzini, no podía soportar mirar sus fotos, para recordar lo que ella y su hijo habían perdido: su mejor amigo y su mayor sistema de apoyo.

Solo en los últimos meses ha podido enfrentarse a las fotos de su marido.

Su favorita está ahora en su mesita de noche, y habla con la foto cuando se despierta y antes de irse a dormir.

“No sé lo que significa seguir adelante”, dice. “Solo hago las cosas que tengo que hacer. ¿Hay algún tipo de disfrute o felicidad o placer en mi vida ahora mismo? No, en absoluto. Pero quizá algún día”.

Mientras tanto, tanto ella como su hijo han empezado a hablar con un terapeuta.

“Tuvimos una buena vida”, señaló Cynthia Rapazzini. “Y estoy intentando centrarme en eso”.

Además de su esposa y su hijo, Victor Rapazzini deja a su hijo, Dominic, de un matrimonio anterior.

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