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Una diseñadora inmigrante

Regina Mari, es argentina de nacimiento, estadounidense por adopción y ciudadana del mundo por elección. Hace más de 20 años que dejó su país de origen, el confort de una casa instalada, la comodidad de lo conocido y el respaldo familiar, para transitar el camino de su vida, un camino que no lo encontraba en Rosario, su ciudad natal.

Lo anterior fue dado a conocer por Ana Lerman Matonte, publicista de libros, quien también compartió la manera en que la joven argentina, luego de haber cursado una carrera en medicina decidió abrir sus alas y emprender una aventura que la llevó a conocer –además de los Estados Unidos- el continente europeo, concretamente Madrid, la capital española.

“Casi por un instinto básico de supervivencia, luego de cinco años de malos tratos, con un perro, un auto y sin nada decidió dejar a su pareja y volver a empezar. Tenía por delante solo una ruta de madrugada, fría y vacía. Lo bueno de tocar fondo es que lo único que queda es avanzar, resurgir, no se puede caer más profundo”, destacó Matonte sobre el carácter indomable de Mari, agregando “no hubo trabajo que no hiciera, no importaban las horas, no importaba el descanso ni si dormía en su auto al lado del camino… Había que seguir.”

Sobre su interés por la moda, en algún punto la genética dijo ¡presente! y Reggina dejó de tener miedo a ese idioma que no era su lengua materna (y a su perjuicio por la edad) y se animó a escuchar el mandato familiar que estaba ahí, dando gritos todo el tiempo. Así sus abuelas, una modista de alta costura y la otra tejedora le marcaron el camino. Lo demás fue una suma de esfuerzo, sacrificios y valor.

Regina Mari se graduó en Fine Arts in Fashion Design y en poco tiempo fundó “non-brand by Regina Mari”.

En la actualidad “Reggi”, como es conocida en su círculo de amistades, encontró su lugar en el mundo y ese sitio es Las Vegas, hace moldería, manufactura su propia producción de activewear, una forma divertida y combinable para la mujer de hoy en día que arranca a las 7:00 de la mañana y regresa a la noche después de una larga jornada de trabajo y actividad física.

Hasta aquí parece la historia típica con final feliz pero no, sus primeros pasos fueron todos en venta online, pero como no daban los resultados esperados Reggina decidió invertir una vez más y abrió un local en plena pandemia, en año de las elecciones presidenciales más caóticas y con una economía en “hold”, quebrada e incierta.

“Muchas veces es necesario ver en otros lo que queremos que nos suceda. Porque emigrar es mucho más que hacer una valija, Estados Unidos es mucho más que Disney, Las Vegas es más que un sinfín de historias pasajeras y los sueños son muchísimo más que una foto en nuestro inconsciente”, acota Lerman Matonte, aseverando que “animarse a caminar despiertos un sueño implica valor, renuncias y soledades. Aquellos que lo logran deben solidarse y extender sus manos a los que recién comienzan a despertar y tienen sus primeros tropiezos. Reggina tuvo gente que le dio la espalda, que fue absolutamente indiferente pero también se topó con manos amigas que fueron el soporte de su historia”.

Contacte a Frank Alejandre en: falejandre@reviewjournal.com, o siga la cuenta de Twitter de El Tiempo: @eltiempolv.

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