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Armando Flores Serrano, el arquitecto de sueños

Como salido de algún cuento del escritor Eduardo Galeano, nuestra historia de hoy, se inspira en la vida de un ex boxeador amateur, de sus comienzos, y de los esfuerzos silenciosos que hace cuando levanta la cortina de su improvisado gimnasio.

En esta historia encontraremos familias completas reunidas en una pequeña bodega de Sunrise y Pecos que, y donde nuestro personaje central, ha instalado un ring de boxeo en el medio. En verano, el calor es sofocante, y en invierno el frío cala los huesos. Pero como dice un viejo proverbio - Se enseña más con el ejemplo que con la palabra-, y esto es lo que pone en práctica Armando Flores, quien ama incondicionalmente lo que hace, ya que a la hora de fajarse, se viste de sparring, consejero, preparador físico y dietista para ayudar a sus pupilos.

En su gimnasio, siguen surgiendo muchos jóvenes pugilistas, que van a dar mucho que hablar en el boxeo profesional de Los Estados Unidos. En un charla abierta con él, mientras vendaba la mano a uno de sus pupilos, Armando Flores, nos habló de sus inicios hasta llegar a este futuro tan prometedor. “Hace muchos años que dejé Autlán de Navarro, allá en Jalisco, en busca de una vida mejor. Fue entonces que me moví a Los Ángeles, California. “De chamaco comencé a boxear amateur con don Genáro Hernández (papá del Chicanito), en City Bell, en el Azteca Gym, hace mas de 30 años”, nos cuenta, sin perder ni un sólo movimiento que pase a sus alrededor.

“La fuerza de la sangre llevó a mi hijo a Ángel (Baby Boy), a empezar a boxear a los 15 años de edad, a los 18 debutó como profesional. Ahí hizo 19 peleas, 15 ganadas y 4 derrotas en el campo profesional”, dice mientras se emociona al recordarlo. “Mi hijo y yo duramos más de 10 años trabajando juntos. Su retiro para mí fue desbastador. Cuando todo terminó, dejé de mirar peleas importantes que llegaran a nuestra ciudad, ni por televisión era capaz de verlas. En todo ese tiempo, le pedí a Dios que me mandara algún chamaquito que tuviera ganas y fuerzas para este deporte.

Una mañana, llegó a mi casa un amigo de Limón, Jalisco, de apellido Acosta con su hijo Alonso, en busca de alguien que lo entrenara. Dos meses más tarde, ya se me habían juntado otros 10 muchachos. Entrenábamos en otro gimnasio, entonces decidí abrir mi propio lugar”, nos cuenta Flores, mientras recuerda los esfuerzos que hace cada fin de mes, cuando tiene que poner el sueldo de una semana de su trabajo en la construcción, para pagar la renta de esa bodega acondicionada con un ring en el centro.

“Lo bueno es que mi hijo me sigue ayudando, así como cada uno de los padres que me confían a sus hijos”, termina diciendo. Su esposa Elodia Flores Méndez, es su compañera de toda la vida, y quien le ha dado 4 hijos, ya les han dado uno de los mejores títulos que alguien puede anhelar, el título de ABUELOS.

Ya para terminar, Armando agradeció al deporte, el cual le ha dejado muchos amigos a lo largo de su sacrificada carrera. Como un juego de palabras, Armando Flores, deshoja margaritas, tratando de encontrar alguna respuesta a todos sus esfuerzos, mientras su fuerza azteca lo empuja a no bajar los brazos, manteniendo siempre la guardia arriba.

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