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“Stones 50” presenta lado íntimo de los Rolling

El día en que Adam Cooper festejaba uno de sus primeros cumpleaños, los Rolling Stones llegaron a su casa en Londres con una guitarra eléctrica y una acústica, autografiadas, como regalo.

Dos días después, Keith Richards golpeó nuevamente a la puerta y le dijo al pequeño: ‘¡Hey!, necesito tomar prestada tu guitarra acústica para grabar una canción en el estudio’. El resultado fue “Ruby Tuesday”, registrada con aquel obsequio. “Por supuesto, aún tengo ese instrumento”, ríe ahora Adam, más de cuatro décadas después en Buenos Aires, donde vive hace 15 años. “Está muy bien guardado, porque pienso que vale una fortuna”.

A sus 49 años, Adam Cooper sabe que su infancia fue una postal soñada para miles de fanáticos del rock and roll. Hijo del legendario fotógrafo británico Michael Cooper, quien retrató minuciosamente la cotidianeidad de los Rolling Stones durante su primera década, Adam fue desde niño un testigo privilegiado de la psicodelia de la banda y de aquellos tiempos, evocados ahora en la muestra “Stones 50”, con trabajos de su padre, que desde el viernes se presenta en el Centro Cultural Borges de la capital argentina y que recorrerá próximamente Chile y otros puntos de Latinoamérica.

La flamante exposición, que demandó más de dos años de trabajo por parte de Adam y de su esposa Silvia, una de las curadoras del proyecto, fue pensada como un homenaje por partida doble: a las cinco décadas de vida de uno de los máximos grupos de rock de todos los tiempos, y a la obra de Michael Cooper, el hombre que supo captar la banda como ningún otro. Para ambos responsables de la exhibición, el vibrante espíritu íntimo que transmiten las imágenes es fruto de la relación íntima que tenían en aquel entonces el artista visual y los músicos. “Michael fue, ante todo, amigo de los Rolling Stones”, asegura su hijo. “Lo humano estuvo siempre primero; el fotógrafo venía en segundo lugar”.

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