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Caifanes en Las Vegas

Hay veces que no quiero ni tocarte.

“Este concierto fue padrísimo, nada que ver, otro rollo, más de dos horas ininterrumpidas de lo mejor que ha producido el rock en español mexicano. Los Caifanes aquí demostraron una extraordinaria calidad”, manifestó Miriam Lira, una de las seguidoras de Caifanes que se congregaron en el House of Blues, el viernes 14 de febrero para presenciar a una de las mejores bandas del género.

“A los organizadores y autoridades encargadas del entretenimiento en el Mandalay ‘les pido, por favor’, más conciertos como éste”, acotó todavía con la euforia que dejó Saúl Hernández y Alfonso André, entre sus seguidores en Las Vegas.

“El aire se mide por nubes, el mar por olas y, nosotros, por lágrimas, compartió a Benito Taibo Saúl Hernández durante una charla en la que el cantante explicaba por qué dejó la consigna social en sus conciertos para transformar y compartir un mensaje poético entre sus seguidores.

El concierto de Caifanes estuvo “vendido en su totalidad” desde semanas antes que trajeran su magia musical y profundas letras a esta ciudad, interpretaron éxitos “de culto” como Dioses ocultos, Mátenme porque me muero, La célula que explota, Será por eso y Viento, mismas que fueron aplaudidas por sus seguidores.

El público fue diverso, generaciones ochenteras cantaron las rolas más representativas del grupo, que tuvo una evolución a Jaguares, pero que se conformaron antes, como las Insólitas Imágenes de Aurora, en 1984 en la Ciudad de México. “Este es un cuento que escribí: un chico camina sobre Insurgentes y de repente le viene un flash, al despertar se halla en un mundo fantástico con faunos y mil locuras. Siente que no está perdido, un fauno le dice que era una imagen insólita de Aurora”, comenta sobre el origen de la primera banda que formó en México al lado de Alfonso André y Alejandro Marcovich.

Hernández nació en la colonia Guerrero, cerca del mercado Martínez de la Torre, “soy producto del Distrito Federal, me considero un ‘urbanodonte’, un pedazo de suelo de la capital mexicana”, manifestó en alguna oportunidad el carismático líder.

“Nunca dejes ir al niño que todos traemos dentro, voy detrás de ti, como sombra de papel”, dijo en Las Vegas el “Caifán” mayor, Saúl Hernández, justo antes de manifestar solidaridad con la comunidad local que pudiera ser objeto de ataques por el solo hecho de tener un color de piel diferente, o una condición social determinada, o una preferencia sexual distinta.

“Pueden pasar muchas y, más allá de lo incontrolable: ningún ser humano es ilegal, siéntete digno, orgulloso de lo que eres, ya marcaste el camino para tus hijos, igual que lo hicieron tus padres contigo…Dios te bendiga hermano migrante”, dijo e interpretó una de las canciones más reconocidas de Caifanes: Antes de que nos olviden.

En 1990 salió a la venta el disco “La célula que explota”, y su popularidad creció conquistando mercados y plazas tanto en Latinoamérica como en los Estados Unidos y Europa. Las cosas iban muy bien hasta el lanzamiento de El nervio del volcán, en 1994, con lo que se les dio la oportunidad de abrir conciertos para los Rolling Stones.

Quizá la fama ocasionó la ruptura, principalmente entre Saúl y Marcovich, que, por cierto, no estuvo en el concierto de Las Vegas, pero tampoco vino Sabo Romo, quien se recupera de un padecimiento.

”Estamos viendo a Caifanes, un grupo leyenda, después de tantos años vinimos a revivir los éxitos que los llevaron a la cima del firmamento musical, aunque somos jóvenes, hemos aprendido a apreciar el talento y reflexionar las letras de Caifanes”, comentaron A El Tiempo, Karla y Carlos, dos admiradores de la banda que empezaron a escuchar la música gracias a sus padres, que son originarios de Ciudad Obregón, Sonora y San Luis Río Colorado, respectivamente.

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