Si ser arrastrado por el fuego tuviera el mismo efecto en la gente que en el acero, la chef y el propietario del restaurante 18bin serían casi indestructibles.
La chef
Jennifer Landry es la chef ejecutiva del restaurante, que abrió en el Distrito de las Artes en septiembre, y el camino que tomó para llegar allí fue cualquier cosa menos directa. La nativa de Nueva Orleans fue criada por su padre después de que su madre se fuera cuando Landry tenía tres meses.
“Solo éramos él y yo”, recordó. “Crecí rápido, pero fue por una muy buena razón”.
Su hijo Sidney nació cuando Landry, ahora de 40 años, tenía 19; su hijo Tralen le seguiría poco más de un año después. Tralen nació a las 25 semanas, pesando una libra y seis onzas, y tiene una discapacidad de desarrollo. La madre soltera, deseando una mejor vida para su pequeña familia, acudió a la escuela para estudiar contabilidad, terminando cuando Tralen era un bebé.
“Pensé que me iba a disfrazar y controlar el dinero de la gente”, recuerda Landry con una risa, pero no le acomodó eso.
“Miraba el reloj, tic-tac, tic-tac. Tenía que moverme”.
Siempre le había interesado la cocina, su padre carpintero incluso le hizo una estufa cuando era pequeña. En su adolescencia trabajó en Taco Bell y en un pequeño negocio de familia, y esos recuerdos resonaron: “Si soy más feliz en Taco Bell, iré a la escuela de cocina y haré de esto mi enfoque principal”.
Así que fue de vuelta a la escuela. Cuando se acercaba a la graduación, un instructor le habló de un trabajo en Loews New Orleans, parte de la cadena de hoteles de lujo. Trabajó allí durante más de una década, subiendo gradualmente a la gerencia. Luego, tomó un trabajo en Loews Atlanta y el trío se mudó al este. Trabajó en un restaurante que tenía un menú degustación de nueve platos.
“Ese fue uno de los mejores trabajos que he tenido y el mayor dinero que he ganado”, recordó.
Sus chicos estaban muy unidos: “Sidney llevaba a Tralen a todos los lugares a los que iba”.
Pero Sidney también empezaba a tener problemas; con mamá trabajando largas horas como chef, era fácil para él escabullirse de casa y caer en pequeños crímenes.
“Tenía miedo de que algo le sucediera”, comentó Landry. “Necesitaba un par de ojos extra”. En Nueva Orleans contaba con una red de ayuda, así que volvieron a casa. Sidney tenía 16 años, Tralen 15.
Landry estaba decidida a que Sidney se pusiera en el camino correcto, su padre le compró una cortadora de césped para que pudiera empezar un pequeño negocio. En un día libre del trabajo, se detuvo en una tienda para comprarle una desbrozadora y un soplador de hojas, y entonces recibió la noticia: a dos cuadras de su casa, regresando de un parque, Sidney recibió un disparo, justo antes de cumplir 18 años. No sobrevivió.
Tres días después, Landry volvió al trabajo.
“Esa cocina era mi santuario”, comentó. “No le compartía eso a nadie, era mía”.
Ella afirma que la policía sabía quién mató a su hijo pero nunca presentó cargos.
“El detective nos dijo a mi padre y a mí que él lo hizo”, relató. “No hubo justicia”.
Ese conocimiento cobraría su efecto: “Lo veía, veía a su madre, nunca se detuvo y consumió mi vida”.
Tenía una hermana que enseñaba en quinto grado en Las Vegas; aquí podía escapar, al menos en parte. Después de una búsqueda de trabajo, terminó en 18bin.
“No había sido tan feliz durante mucho tiempo”, aseveró Landry. “Esta zona me recuerda mucho a mi hogar”.
El propietario
Durante cinco años, a principios de la década del 2000, el Bleu Gourmet de Sonny Ahuja creó un gran revuelo como el lugar de moda en el valle del noroeste. Después de trabajar como comerciante de vinos y consultor, quería una tienda de vinos con una selección de platos de calidad que los profesionales ocupados pudieran recoger de camino a casa.
“Pero la construí demasiado cómoda”, describió Ahuja. Sus clientes no querían ordenar e irse; querían quedarse a comer. Lo convirtió en un restaurante, comprando muebles, platos, cristalería, contratando meseros y entonces, llegó la recesión.
Ahuja es filosófico.
“Tuvimos una gran carrera”, afirmó. “Tuvimos grandes clientes habituales”.
Mantuvo la parte del catering, y a través de ella, conoció a alguien en Zappos que lo trajo al equipo de pequeños negocios de DTP Companies, antes conocido como el Downtown Project. Conoció y se hizo amigo de Don Welch, quien se convertiría en su socio comercial. La pareja abrió el Bin 702 junto con el Downtown Container Park en 2013. 18bin fue nombrado en homenaje a él, y para honrar la designación 18b del Distrito de las Artes.
“Me encanta el Distrito de las Artes”, compartió Ahuja. “Somos gente del centro, ambos vivimos en el centro”.
El edificio
El edificio Arts Factory, en East Charleson Boulevard y Main Street, alberga el 18bin. Westley Myles Isbutt, quien ahora es dueño de la West Side Tavern en Longmont, Colorado, fue uno de los primeros defensores del Distrito de las Artes cuando compró el edificio en 1991.
“Era un edificio que debió haber sido condenado”, recalcó Isbutt. La evidencia que desenterró indica que fue construido durante la Segunda Guerra Mundial, pero por lo demás su historia sigue siendo turbia. Una cosa de la que Isbutt está seguro es que una vez albergó un crematorio; cree que encontró evidencia de ello: una sección de ladrillos bloqueada de 10 por 10 pies con una chimenea.
Pronto estableció el primero de lo que sería una larga sucesión de restaurantes.
“Necesitaba un lugar de reunión social para mi colectivo de arte”, enunció. “Todo el mundo se reunía en mi estudio y eso no funcionaba para mí. Me encontré con mi restaurantero favorito en la calle y pasé por toda la pesadilla de construir un restaurante”.
El primer restaurante fue el Tinoco’s Bistro, con mesas que Isbutt hizo a mano para que parecieran paletas de pintores y un piso hecho de barriles de brandy que compró en el Valle de Napa.
Después de Tinoco’s, Paymon’s lo reemplazó por un tiempo. Luego, hubo un restaurante italiano, un lugar de tapas, una sucursal de Crown & Anchor y después, un lugar de tacos.
Y ahora, es un estadounidense ecléctico. Landry compara el menú con la decoración, que tiene su origen en los depósitos de salvamento de California.
“Nada coincide”, dijo, “pero todo encaja”.
Entre los platos más destacados del menú: pan de mono con corteza de tocino y glaseado de queso crema y caramelo de cerdo, pay de Ropa Vieja Shepherd y, evocando la ciudad natal de Landry, jambalaya cajún, gumbo de cangrejo y camarones.
Además de renovar completamente el interior, Ahuja ha rediseñado el patio con la vista puesta en eventos como los brunches de música en vivo.
“Ese va a ser un punto focal realmente hermoso”, concluyó. “Entendimos los desafíos del espacio y queremos que sea un lugar donde la gente pueda pasar el rato”.