Que le cuenten a otro eso de que las acusaciones del gobierno contra Carlos Romero Deschamps son producto de la lucha contra la corrupción.
Si en realidad fuera cierto ese combate en el ámbito sindical, Morena no habría abrigado con fuero de senador de la República a Napoleón Gómez Urrutia.
La Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda acusa de enriquecimiento ilícito a Romero Deschamps. ¿Y a Napoleón?
Aplican la ley donde les conviene políticamente.
A Romero lo persigue la justicia, y a Napito lo recibe el presidente.
Desconozco la veracidad de las acusaciones contra Romero Deschamps, aunque desde luego sobran las evidencias públicas de los excesos de personas cercanas a él. No sé si eso dé para perseguirlo y meterlo a la cárcel como quiere el gobierno.
Donde hay delito evidente y comprobado es en el caso del ‘líder minero’ Napoleón Gómez Urrutia, y goza de fuero, escaño en el Senado por el partido en el gobierno, y escribe y diserta en el periódico que rebosa de publicidad oficial porque “se porta bien”.
El caso de Romero Deschamps es político. Si fuera lucha contra la corrupción sindical, hace tiempo que Napito estaría sin fuero y procesado.
Político es el caso de Romero Deschamps por varias razones.
La primera es que Morena necesita hacerse del mando del sindicato petrolero.
Precisamente el diario donde escribe Gómez Urrutia desde que estaba prófugo en Canadá, informó ayer que “integrantes del sindicato oficial que forman parte del Frente Nacional Petrolero que ha promovido distintas denuncias legales contra el secretario general del gremio, Carlos Romero Deschamps, avalaron ayer en una convención extraordinaria la expulsión del líder sindical y nombraron a Sergio Morales Quintana como nuevo dirigente”.
Esa es la razón por la cual persiguen a Romero: necesitan la dirigencia del sindicato petrolero para Morena.
No es el único motivo. El gobierno de México requiere mandar mensajes claros a los congresistas demócratas de Estados Unidos de que la libertad sindical va en serio en nuestro país, para que ese partido apruebe el T-MEC en el Congreso.
Mil veces darles a Romero Deschamps antes que a Napoleón Gómez Urrutia, aunque este último recibió en herencia el cargo de su papá y jamás haya sido minero (trabajaba en la Casa de Moneda cuando heredó la dirigencia sindical de… los mineros).
En síntesis: pura simulación.
No hay tal lucha contra la corrupción sindical ni búsqueda de democracia en los sindicatos, sino uso de los instrumentos judiciales del Estado para obtener dividendos políticos.
Y además ir contra Romero le proporciona al gobierno algo que necesita a gritos: escándalos que ocupen las primeras planas de los periódicos y no se note tanto que crecemos en la banda del cero por ciento, aumenta la inseguridad y cae la creación de empleos.
Falso que el gobierno quiera ir contra “los privilegios de los sindicatos”, como han repetido en los últimos días desde temprana hora.
Van contra los privilegios del sindicato de Pemex, y no está mal.
Pero lo hacen por razones políticas, pues si fuera honesta su decisión le habrían quitado los privilegios al sindicato de maestros.
La CNTE tiene, con este gobierno, el mayor de los privilegios que se conozca en un gremio en todo el mundo: poder cobrar sin trabajar. A ellos no los tocan.
Así es que no vengan con el cuento de la lucha contra la corrupción sindical, los privilegios y la manga del muerto.
Si fuera verdad, Napoleón Gómez Urrutia no estaría en el lugar de privilegio donde está, sino en tribunales.
Si fuera verdad, los maestros de la CNTE no podrían dejar las aulas abandonadas y además cobrar sueldo más prestaciones.
Quieren la cabeza de Romero Deschamps para controlar el sindicato petrolero. Lanzar un guiño a los demócratas. Y proporcionar sensacionalismo que disimule el tamaño de su fracaso en apenas siete meses de gobierno.