¿Qué pasa con las parejas evasivas?

La Dra. Nancy Álvarez. [Foto cortesía, vía Michel Suárez / MS Media]

Nuestras relaciones dependerán de cómo nos relacionamos en la infancia con nuestros padres. Si el apego fue bueno, tendremos una persona segura, emocionalmente. La estabilidad emocional y la seguridad la determinan estas primeras experiencias. Hay variables: personas seguras, sin miedo a la cercanía y a la intimidad, o evasivas y ansiosas, con serias dificultades para establecer relaciones sanas y funcionales.

La persona evasiva siente incómoda al mantener relaciones íntimas, le cuesta confiar y detesta la idea de depender de alguien, sea emocional o financieramente. Temen la proximidad, no se sienten a gusto con la intimidad. Sus parejas desean más intimidad de la que pueden darles. Para ellos, es muy importante la independencia y la autosuficiencia. En los momentos de estrés, tienden a buscar menos apoyo de sus parejas.

Aunque dan poco, piden poco y huyen de la intimidad, no quiere decir, que no deseen las tres cosas. Simplemente, se defienden, porque esperan ser rechazados, tarde o temprano. Aparentan una gran capacidad para estar solos, esconden una falsa autonomía; buscan la soledad, pero no la disfrutan.

Tienden a las relaciones formales y distantes, y son muy educados y amables, ya que se controlan y no muestran enfado, ira o rabia. Les cuesta manifestar sentimientos. No soportan ver llorar o gritar a su pareja. Si encuentran razones para romper, lo hacen de forma abrupta. Evitan el contacto físico; los besos y las caricias le molestan.

El amante evasivo huye del compromiso. No porque no lo desee, sino porque en el fondo le da pavor ser rechazado o abandonado. Muchos se casan, pero nunca se entregan del todo, construyen muros emocionales. Se vuelcan en su trabajo, en alguna adicción o se mantienen siempre reservados y fríos. Algunos ejemplos de este tipo de barreras emocionales: cólera, silencio, falsa madurez, distracciones, infidelidad.

En algunos casos, la infidelidad aparece cuando el evasivo se descubre dependiendo demasiado de su amada. Se puede sentir en manos de su pareja, y recurrirá a una tercera para evitar sentirse vulnerable. Teme a la intimidad porque ha sido maltratado en la infancia (el abandono o la distancia emocional), y la asocia con el dolor.

El evasivo es infiel por una cuestión de alma, más que de cuerpo: teme ser demasiado dependiente de la persona amada.

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