Si el PRI sigue de agachón en el Senado y en la Cámara de Diputados como ha ocurrido este primer mes de legislatura, va a terminar como un partido satélite de Morena.
Una muerte indigna para un partido histórico, con facetas negativas y positivas, pero sin el cual no se entienden los avances del siglo XX mexicano. Y parte del XXI.
En el Senado lo usan, se deja usar, y luego lo desprecian con comisiones de quinta.
Tal y como hizo el PRI por décadas con sus partidos satélites: el PARM, el PPS y el PFCRN. Hoy están todos muertos.
Priistas y panistas pensaron que si se portaban bien con Morena les iban a “dar algo” en las comisiones legislativas del Senado, y lo que recibieron fue un bofetón en plena cara.
Al PAN le habían prometido la comisión de Puntos Constitucionales y se la quitaron de la bolsa. Le dieron la de Economía, que presidirá Gustavo Madero, con una cuña: Napoleón Gómez Urrutia será el secretario general.
También tendrá la de Derechos Humanos, con Kenya López Rabadán, pero de secretaria general le pusieron a la secuestradora de nacionalidad estadounidense, Nestora Salgado.
Traguen sapos, y no se olviden de sonreír.
Al PRI le fue peor, porque había hecho méritos ante Morena y les habían prometido la comisión de Gobernación, para Beatriz Paredes. A la hora de la verdad se las cambiaron por la de Estudios Legislativos para Manuel Añorve.
Los subieron a una nube y les poncharon el globo.
Ni pío dijeron porque la mayoría de Morena designó a Félix Salgado Macedonio como presidente de la Comisión de Defensa.
Un borracho pendenciero, en cuyo gobierno el narco se metió por todo Acapulco, mientras él fiesteaba en los yates de turbios personajes, será el que presida la comisión de Defensa del Senado de la República, y nadie tuvo el valor de protestar.
Es ofensivo para las Fuerzas Armadas que le pongan a Salgado Macedonio como interlocutor en el Poder Legislativo.
PRI y PAN lo aceptaron sin chistar, luego de haber usado al Ejército y la Marina en los sexenios recientes como contenedores de una crisis de violencia provocada, en parte, por la colusión de delincuentes y políticos del estilo de Félix Salgado Macedonio.
¿No podían hacer nada ante la aplanadora de Morena?
Claro que podían. Como por ejemplo rechazar las comisiones que les asignaron y que Morena se quede con todo. A ver si aguantan el estigma internacional de dictadura en ciernes.
Permitieron que a Vanessa Rubio le dieran la quinta comisión de Relaciones Exteriores, mientras la primera en diputados se la entregaron al PT, el partido defensor del régimen de Corea del Norte y del socialismo bolivariano.
A ver si panistas y priistas, con esta experiencia, entendieron que “portarse bien” y hacer méritos con Morena y el grupo gobernante no sirve de nada.
¿Con quiénes creen que están tratando? ¿Con gente de palabra? ¿Con demócratas?
Nadie pide que tomen la tribuna y sean una oposición irracional, pero sí que dejen de ser ingenuos, agachones, y actúen en defensa de principios básicos que ya están en juego.
Que obliguen a Morena a definirse en cuestiones torales. Tienen todo para hacerlo, aunque sean minoría.
El fin de semana el gobierno de Venezuela acusó a la embajada mexicana en Caracas de participar en el supuesto complot para asesinar a Nicolás Maduro. Y amenazó con que “no hay inmunidad diplomática que valga ante el terrorismo”.
¿Terroristas nuestros diplomáticos? La Cancillería respondió, pero el Senado, corresponsable de la política exterior, hizo mutis.
Era muy sencillo que el PRI presentara un punto de acuerdo para condenar las acusaciones de Maduro y respaldar a nuestros representantes diplomáticos en Caracas, que están amenazados.
Así habrían defendido a los nuestros y obligado a Morena a definirse ante la dictadura venezolana.
Los priistas y panistas prefirieron callar, portarse bien, hacer méritos ante Morena para ver si el grupo mayoritario algún día les da algo.
El que se conforma con migajas, migajas merece.
Y en esas andan panistas y priistas en el Senado y en la Cámara de Diputados.