Prepare a su hijo para la llegada de un hermanito

(Getty Images)

Si no cree en los celos de los pequeños, debe leer esto. Es muy dulce entender la mente infantil y comprobar las cosas que los libros nos han enseñado y lo cierto de las teorías.

Una amiga de mi hija dio a luz a un niño. Ya tenía otro, de apenas dos años. La gente cree que esto es algo hermoso, y lo es. También cree que su hermano lo amará, pero es un proceso en el cual padres y demás adultos deben ayudar, o las consecuencias serán fuertes.

Nadie se pregunta: ¿qué pasó con el pequeño hermano de dos años? ¿Alguien lo preparó? ¿Puede un niño de dos años entender, sin que le expliquen, que su hermano recién nacido le ha robado su trono, se adueñó de todo el tiempo y de la atención de su mamá? ¿Y encima le dicen que debe quererlo?

Mientras la mamá amamantaba al hermanito, el otro intentaba colocarse para también hacer lo mismo. O cuando veía a su mamá dándole el seno, decía que él quería un bobo, pero grande como ese, señalando su seno. Y, para colmo, le quitaron a su nana, que cuida al “intruso” cuando su mamá duerme, porque el enano no la deja dormir. Un adulto se pondría furioso, agresivo, y el niño también, dándole mordidas a todos y llorando, supuestamente “sin ninguna razón”.

Otras reacciones de libro aparecen: ha vuelto hacer pipí en la cama, ya no quiere a su nana porque también atiende al mocoso que vino y no se ha ido. Se queja de que su mamá decía que venía, pero nunca le dijo que se quedaba. Para rematar, le pide a su mamá todos los días su tetero. Este pequeño, que ya no se hacía ni pipí ni pupú en los pantalones, ahora ha vuelto a hacerlo. Llora sin parar, no quiere comer y la madre dice: “no sé qué voy a hacer”.

Prepare a su hijo para la llegada de un hermanito, dígale que debe ayudarlo, inclúyalo en las decisiones sobre los muebles, la ropa, etcétera. Hable constantemente sobre él, hágalo partícipe según va creciendo, de cómo da pataditas y se mueve en su barriga.

Nunca le diga que debe quererlo, pero sí cuidarlo y no agredirlo. El amor no se obliga. Inclúyalo en las tareas para atender al bebé. Claro, las que no sean muy peligrosas.

Dedíquele tiempo en exclusiva. Llévelo a comerse un helado, cómprele juguete o ropa solamente para él, pídale a familiares y amigos cercanos que, cuando lleven algo, también lo tengan en cuenta.

Y compre libros sobre la educación de los niños y sobre cómo manejar sus celos. Ser padres ya no es algo que pueda hacerse sin preparación. Es una ciencia y tiene todos los libros que usted necesita para poder ser un gran papá o mamá.

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