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¿Podemos creer en la Corte Suprema de EE.UU.?

¿Podemos creer en la Corte Suprema de EE.UU.? Mi respuesta es no. La Corte Suprema es una representación de los dos partidos, por lo general. No es algo en lo que podamos creer, no le interesa el bienestar de quienes vivimos en EE.UU., se encuentra totalmente politizada y actualmente es un apéndice del Partido Republicano. Que conste que no creo en casi ningún político y nunca he pertenecido a ningún partido. Ni en mi país de origen (República Dominicana), ni en EE.UU.

La Constitución se creó hace 250 años, y los abogados y jueces se agarran de ella para hacer sus sucias jugadas políticas. En todo este tiempo, el mundo ha cambiado mucho, por lo que debemos adaptarla a las necesidades y realidades de 2022. Debe ser respetada, no usada por los malditos políticos, jueces y abogados.

Me da risa leer lo que dijo Trump, quien planeó, junto al Partido Republicano, cómo nombrar jueces. Lo disimulan hablando de conservadores. Creen que somos bobos, insultan nuestra inteligencia.

El expresidente declaró que la Corte expresó “la voluntad de Dios”. No sea tan incongruente, Sr. Trump, usted era pro aborto y nunca fue religioso.

Nunca votaré por alguien así. Cuando deseaba vivir en EE.UU., soñaba con un país donde la libertad era realidad, la justicia funcionaba y la Corte Suprema era un baluarte de valores, ejemplo de la verdadera división de poderes en la democracia. Hoy pienso: me engañaron.

Me he cansado de decir que, mientras más se base todo lo que ocurre en lo que digan abogados y jueces, peor estaremos. No es una casualidad que casi todos los políticos son abogados, pero también son analfabetos emocionales, sexuales y psicológicos. En fin, ignorantes.

En un programa de mi compatriota Óscar Haza, pude oír algo horrible, de la boca de una “abogada”. De forma cínica, insistía a otra colega, que se quejaba de la otra bofetada que nos dio la “Suprema”, en cuanto a las armas y la violencia, de que sus pequeñas hijas no tenían seguridad en las escuelas, ni en ningún sitio. La respuesta de la “abogada” fue: “Arma a tus hijitas (son niñas pequeñas) y enséñalas a disparar”.

Si aquí existiera una verdadera institución de abogados, deberían quitarle su licencia. Lo que dijo es un abuso contra el menor y algo tan grotesco como lo que hace el enano de Putin cada día en Ucrania, ante la falta de valentía de todos los que pueden hacer algo y no hacen nada, por miedo a ese psicópata o por intereses económicos.

De las armas, no hablo más. Dije todo lo que tenía que decir el día en que mataron a 19 niños, a dos maestras y al esposo de una de ellas (por el infarto causado). Por las decisiones de la “Suprema”, por los que apoyan esta desgracia y reciben dinero por hacerlo, Dios, por favor, no los perdones.

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