Enferma, en plena Navidad, dediqué tiempo a Netflix. La película “No miren arriba” atrajo mi atención, sobre todo por sus actores: un Leonardo di Capio con 30 libras más, y mi preferida, Meryl Streep. No es común actualmente ver algo que te haga pensar, y que aporte a una sociedad que anda más loca cada día.
Empieza denunciando el caos de los políticos. Algo que ya estamos cansados de sufrir, quejarnos o contemplar, pero se deteriora ante nuestros ojos. Aquí llegan al colmo. Ante un descubrimiento, una estudiante de doctorado en Astronomía y su profesor llegan hasta la presidenta de EE.UU. A esta, para variar, solo le interesa el dinero, mantenerse en el puesto y cuidar su imagen, que, gracias a su conducta, está por el piso.
Según el descubrimiento, un asteroide impactará la Tierra y destruirá el planeta totalmente. Se comunican con los demás científicos y todos confirman que solo quedan seis meses para que la Tierra desaparezca. Sin embargo, para los políticos, lo único importante es no decir la verdad al público, que la situación no afecte al partido en las próximas elecciones.
La estudiante no puede entender que se engañe a la población y que, ante algo tan serio, se esté jugando con la vida de lo que habitamos el planeta. Con su política barata, la presidenta no dice la verdad a la población. Y lo peor, pide a los científicos no hablar del tema.
Muestran una sociedad hipersexualizada, rodeada de “artistas” groseros, sin educación, y obsesionados con la cantidad de seguidores en redes, dispuestos a lo que sea necesario para volverse viral.
Intentan entonces ir a la prensa. En un programa de televisión, los conductores se asombran de la claridad y sinceridad de los científicos, mientras tratan de que “suavizasen” la noticia. Aquí exponen el caos en las redes: lo importante son los seguidores, los supuestos “influencers” que muchas veces son unos ignorantes con muchos seguidores, quizás más ignorantes que ellos.
Realmente, la película es una crítica fuerte a nuestros políticos, y a algunos medios de comunicación e instituciones. Pero, también, a supuestos empresarios, por las barbaridades que hacen para ganar dinero, aunque ello signifique que desaparezca la Tierra.
Me reí mucho. Es realmente ingenioso burlarse de todos esos farsantes que supuestamente trabajan para el bien de la sociedad. Intente ver la película con sus hijos, y después pregúnteles lo que opinan.
Si los crió bien, disfrutará de la conversación, pero, si no los enseñó a pensar y a valorar lo que es fundamental para todos vivir en paz, puede que necesite algo para el dolor de cabeza. Aun así, no deje de verla, es una excelente forma de comprobar “por dónde vamos”.