Bien es sabido que las agresiones del medio externo intoxican nuestro cuerpo. Son la polución, los cambios bruscos de temperatura, el aumento del CO2 en el ambiente, los ingredientes añadidos a los alimentos para que sean más deliciosos, sin dejar de lado al tabaco, las drogas y el alcohol.
Pero, en toda esta gama de tóxicos, existe uno que se menciona muy poco: el factor humano, es decir las personas que basan su vida en hacer más difícil y complicada la existencia de otros. Esto provoca el estrés emocional, que se convertirá pronto en estrés biológico-celular. ¿Qué sucede entonces? Que mueren o enferman células sanas y proliferan enfermedades como la hipertensión arterial, el cáncer o los problemas digestivos.
¿Cómo detectar a una persona tóxica?
-Son inseguras, egoístas y con mal carácter.
-Ven solo defectos en sus semejantes, y nunca la parte buena de la vida.
-Son negativos ante los proyectos nuevos.
-Nunca dan esperanzas positivas y absorben la energía vital.
-Atacan a las personas nobles que tratan de ayudarlos.
-Se enojan ante las victorias de los demás.
-Tienen poca empatía y colaboración en cualquier ámbito familiar, laboral o social.
-Dejan sensación de agotamiento y desasosiego.
-Son mentirosos compulsivos y preparan emboscadas emocionales.
¿Hay solución? Claro que sí. Lo primero es detectar al asesino emocional, dejarle saber que sabemos su estrategia y sus rutinas. No darle demasiada información sobre nuestras vidas. Sin dejar de tratarlos, nos anticiparnos a su manipulación.
Evitar hablarles en la mañana, ya que suelen estropearnos el resto del día. Usar la educación, pedirle respeto y mantenernos firmes.
Si es un compañero de trabajo que nos acosa, entonces hay que buscar soluciones legales o plantear quejas formales.
Si es una pareja tóxica y destructiva, debemos valorar la utilidad y necesidad de esa relación. Si se trata de un familiar tóxico, entender que nos puede arrastrar a su nivel. Hay que buscar soluciones racionales y ordenadas para bloquearlo.
La ayuda psicológica siempre es bienvenida. Hacer ejercicios físicos de fuerza, aumenta nuestra fuerza emocional. Tomar medicinas naturales como pasiflora, el canabidiol, o infusiones de albahaca, tila o manzanilla, que suelen ser relajantes.
Es muy importante dormir ocho horas. Si es necesario, y con la orientación de un médico, apoyarnos en la melatonina. Limitar el consumo de café, alcohol y otros estimulantes. Hay que intentar no llevarse el trabajo y los problemas a la casa, y mucho menos al dormitorio.
Déjale saber a todos que eres ahora una mejor versión de ti mismo, pero mucho más fuerte.