Para Gregory Jaczko, la cuestión de la energía nuclear se reduce a un dilema básico: para que un reactor nuclear sea diseñado, construido y operado de manera segura, debe ser pequeño, demasiado pequeño para que sea útil como fuente comercial de electricidad.
Y dado que hay otras fuentes de energía renovable menos complicadas y riesgosas, gastar tiempo y dinero en resolver el problema nuclear a gran escala no es necesario, argumenta.
Las conclusiones de Jaczko son controvertidas, especialmente en la industria de la energía, donde alborotó al público como ex miembro y presidente de la Comisión de Regulación Nuclear (NRC). Pero Jaczko, quien posee un doctorado en física teórica de partículas de la Universidad de Madison-Wisconsin, está convencido de que la ecuación es relativamente simple.
“Mientras más tiempo se operen plantas de energía nuclear, más accidentes ocurrirán”, advirtió. “Cuantas más plantas de energía se actualicen, más accidentes habrán”.
Es una declaración audaz en Estados Unidos, donde han habido algunos percances, pero nada ni siquiera cerca de la escala de infames catástrofes nucleares, como la explosión de Chernobyl de 1986 o el desastre de 2011 en la planta de Fukushima Daiichi en Japón. Muchos en la industria acusarían a Jaczko de ser un alarmista antinuclear, y notarían que es un opositor desde hace mucho tiempo al depósito de residuos nucleares propuesto en Yucca Mountain, Nevada.
Pero Jaczko, cuya percepción de la NRC se discute en su libro, “Confessions of a Rogue Nuclear Regulator”, documenta sus opiniones cuidadosamente y sugiere que incluso si las plantas nucleares pudieran diseñarse de manera más segura para evitar accidentes catastróficos, el gasto no valdría la pena debido a la disponibilidad de alternativas renovables más baratas, como la energía solar, parques eólicos, plantas geotérmicas y similares.
“Hoy ya no hay debate porque puedes resolver el problema climático sin energía nuclear”, enunció. “Así que ya no tienes que lidiar con ninguno de estos otros problemas y puedes resolverlos con cosas que son más baratas. No crean el mismo tipo de desafíos”.
Y los desafíos no son solo diseñar, construir y operar plantas nucleares de manera segura, o encontrar una manera de eliminar o reutilizar el combustible gastado de esos reactores; también son políticos, afirma.
“En retrospectiva, el incidente de Fukushima reveló lo que durante mucho tiempo ha sido la triste verdad sobre la seguridad nuclear: la industria ha desarrollado demasiado control sobre la Comisión Reguladora Nuclear y el Congreso”, escribe Jaczko en su libro. “Después del accidente, me encontré pasando de mi papel de científico impresionado por la energía nuclear a un feroz defensor de la seguridad nuclear. Ahora creo que la energía nuclear es más peligrosa de lo que vale”.
Otros países se están alejando de la energía nuclear: países como Alemania, Suecia, Suiza e Italia han decidido eliminar la energía nuclear, aunque sigue siendo la mayor fuente de energía en Francia. Después del desastre de Fukushima, Japón cerró todas sus centrales nucleares, aunque algunas se han reiniciado.
Sin embargo, China está construyendo nuevas plantas y aumentando su capacidad nuclear general.
Jaczko también señala que el uso continuo de la energía nuclear ejerce presión sobre los reguladores y el gobierno para encontrar un lugar para deshacerse del combustible nuclear gastado. Actualmente, solo hay un objetivo, el depósito de Yucca Mountain en Nevada, que ha visto un renovado interés de los republicanos durante la administración Trump.
Pero la mayoría de los funcionarios estatales se opusieron a ese sitio por razones de seguridad, preocupaciones que se han incrementado después de los recientes terremotos de California. No solo eso, sino que las revelaciones de que el gobierno envió secretamente plutonio para su almacenamiento temporal al Sitio de Seguridad Nacional de Nevada, y puede haber mezclado productos de desechos reactivos con desechos de menor nivel en otros envíos, han despertado serias preocupaciones entre los funcionarios de Nevada.
“A medida que se acumulan desechos, dejamos atrás materiales peligrosos que las generaciones posteriores tendrán que enfrentar”, escribió Jaczko en su libro. “La solución a corto plazo, dejarla donde está, ciertamente se puede lograr con un riesgo mínimo para el público. Pero tales soluciones requieren un mantenimiento activo y monitoreo por parte de una industria poco dispuesta”.
Agrega: “Solo hay una respuesta lógica: debemos dejar de generar desechos nucleares y eso significa que debemos dejar de usar la energía nuclear. Hubiera deseado que como presidente (de la Comisión Reguladora Nuclear) hubiera tenido el coraje para decirlo, pero mi coraje tenía límites. Sabía la reacción que vendría si el presidente de la NRC admitiera que nuestro país debería dejar de producir energía nuclear”.
Pero ahora, como muchos ex funcionarios electos o nombrados políticos, se ha liberado de los grilletes que la responsabilidad impuso sobre su franqueza. Él predice que la energía nuclear “caerá en la extinción” en favor de tecnologías más baratas, más seguras, más limpias y más viables, y que “probablemente comencemos a pensar en la electricidad de la misma manera que en el agua caliente; como algo que hacemos en nuestros hogares a pedido”.