La reciente firma del acuerdo de comercio e inversiones más grande del mundo –el Acuerdo de Asociación Transpacífico, conocido por sus siglas en inglés TPP– pasó casi inadvertido en la mayoría de los países, pero puede que haga cambiar el mapa comercial, y quizá hasta político, del mundo.
Una de las razones por las cuales la firma del acuerdo el 4 de febrero en Nueva Zelanda no estuvo en las primeras planas fue que ni el presidente Obama ni los otros líderes de los países firmantes del TPP asistieron al evento. En su lugar enviaron a sus ministros de comercio.
Obama no quería llamar demasiado la atención sobre la firma del acuerdo en un año electoral, cuando los aspirantes presidenciales de su propio partido demócrata –Hillary Clinton y Bernie Sanders– están diciendo que se oponen al tratado Transpacífico.
Pero no hay que tomarse esa oposición muy en serio: es la postura tradicional de los aspirantes presidenciales demócratas, apoyados por sindicatos contrarios al libre comercio. Tanto Obama como el ex presidente Bill Clinton cuestionaron los acuerdos de libre comercio cuando eran candidatos, y los apoyaron una vez que llegaron a presidentes. Con Hillary pasaría algo similar.
De manera que el TPP, que ahora debe ser ratificado por los congresos de los principales países firmantes, tiene una buena oportunidad de ser aprobado por el Congreso estadounidense –después de mucho pataleo– pasadas las elecciones de noviembre.
El tratado, de 12 países, incluye a Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile. En conjunto, los países del TPP representan casi el 40 por ciento de la economía mundial.
El gobierno de Obama dice que el TPP hará aumentar significativamente las exportaciones estadounidenses, y que estará abierto a otros países que quieran ingresar en el futuro.
En América Latina, el tratado permitirá a México, Perú y Chile tener un mayor acceso a los mercados asiáticos. Asimismo, en un momento en que las inversiones extranjeras a América Latina están cayendo por la recesión de la región, el TPP permitirá a México, Chile y Perú atraer más inversiones extranjeras.
Por ejemplo, una empresa mexicana que exporta piezas de automóviles a Estados Unidos podrá ofrecerles a los inversionistas mayor rentabilidad, ya que podrá exportar más productos para ser ensamblados en Estados Unidos y luego exportados a países asiáticos del TPP.
Por el contrario, a menos que decidan unirse al TPP en los próximos años, el acuerdo aislará aún más a Brasil, Argentina, Venezuela y otros países de América del Sur que no forman parte del tratado.
“El TPP no tiene como objetivo crear una división en América Latina, a pesar de que acentuará el contraste entre los países miembros del TPP que siguen una estrategia de crecimiento basada en la exportación, y los modelos económicos más cerrados de países como Brasil y Venezuela”, dice Christopher Wilson, del Centro Internacional Woodrow Wilson.
En otras palabras, aumentará la actual partición de las Américas entre los países que buscan insertarse en la economía global y exportar más productos manufacturados y de alta tecnología, y los que no tienen acuerdos con bloques extra regionales y básicamente se limitan a exportar materias primas.
Mi opinión: Como en un juego de sillas musicales, el TPP obligará a todos los países a encontrar un sitio en el nuevo mapa del comercio mundial. Si no encuentran un sitio en alguno de los grandes bloques, se quedarán fuera de juego.
La desaceleración económica de China hará cada vez más difícil para varios países sudamericanos mantenerse fuera de los grandes bloques extra regionales. La idea de Brasil y Venezuela de que pueden prosperar aumentando el comercio dentro de América del Sur –que representa apenas el 8 por ciento del comercio mundial– es cada vez más absurda.
Y ahora que, con el TPP, habrá más países asiáticos que van a poder exportar sin tarifas aduaneras al gigantesco mercado estadounidense, habrá más necesidad que nunca de que todos los países –ya sean miembros del TPP o no– sean más competitivos e innovadores.
Habrá tantos países con acuerdos comerciales, que la clave para el crecimiento será no sólo ampliar los mercados de exportación, sino inventar nuevos productos para exportar.