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El verdadero Andrés Manuel

López Obrador no es el político de “amor y paz” que expresa en sus discursos para ganar adeptos, sino de odios y rencores profundos, hasta por sus hermanos.

Ya no sólo lo dicen sus críticos, sus excompañeros, observadores políticos. Lo dice su hermano: Andrés Manuel es un tirano.

Por expresar que votará por el candidato de un partido distinto a Morena en Veracruz, Arturo López Obrador fue calificado de “traidor” por su hermano Andrés Manuel.

Ni siquiera ha votado por otro partido, sólo dijo que lo iba a hacer, y eso fue suficiente para llamarlo, públicamente, traidor y convenenciero por irse “del lado de los corruptos”.

Si eso le hace a un hermano que vota diferente a él, qué hará si llega al poder con quienes se postulan contra él, piensan distinto a él y se oponen a él.

El que es capaz de arremeter contra su propio hermano por una simple declaración de que está con tal o cual candidato en una elección en la que Andrés Manuel ni siquiera compite, es capaz de todo.

Arturo López Obrador está con Héctor Yunes Landa, candidato del PRI al gobierno de Veracruz, porque considera que “jamás ha sido denunciado por enriquecimiento ilícito. Sé de su trayectoria e historia de vida y es una persona de principios”. Allá Arturo y su manera de pensar, tan respetable como cualquier otra.

La respuesta de su hermano Andrés Manuel fue fulminante: “Los traidores están hasta en nuestra familia y no es para ponerse a llorar, sino enfrentar las traiciones. Los traidores abundan hasta en la familia”.

Días después Arturo expuso que “no podemos pretender que todos pensemos igual”.

Pues se equivoca el hermano de AMLO. Él es catalogado de un traidor porque va a votar por Héctor Yunes y no por un señor llamado Cuitláhuac García Jiménez, al que seguramente ni conoce.

Desde hace varios años, 28 para ser precisos, he venido sosteniendo que López Obrador no es un demócrata sino que tiene vocación de dictador, pues considera que quien no está con él (o con sus candidatos) es un enemigo, un vendido, un traidor.

Su índole excluyente y egocentrista lo convierte en un aspirante a dictador. De eso nos hemos librado en sucesivas elecciones presidenciales y de eso nos vamos a tener volver a librar en 2018.

Dice Arturo López Obrador que “somos seis hermanos, ahora sólo le queda uno” que lo apoya. Se quedó solo “por su actitud tirana y malagradecida”.

¿Exageramos durante todos estos años al alertar sobre el riesgo que implica para el país un aspirante a dictador?

“No quiero polemizar con él -sostiene Arturo, y suelta una verdad que es evidente para cualquier ciudadano que no está tocado por el odio ni el rencor-: en todos los partidos hay gente buena”.

Por eso, advierte, “no se vale ser tirano y querer que todos pensemos como piensa él”.

De ahí la pregunta que la ciudadanía tiene que formularse cada vez que va a votar en una elección en que participa AMLO: ¿hasta dónde es capaz de llevarlo su vocación tiránica?

Si a su hermano lo trata de traidor por pensar distinto a él en una elección local, ¿qué le hará a los que no son sus hermanos y se atreven a disentir de él?

No es una pregunta menor. Los hechos están a la vista y que nadie diga que ignora quién es realmente Andrés Manuel.

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