En este mes se cumplen 23 años de la muerte de Paulo Freire, un profesor y pensador que desarrolló el método Freire, un modelo educativo para alfabetizar a las masas. Su nombre y su obra han marcado un “punto y aparte” en la historia de la educación en Latinoamérica y el mundo.
Para Paulo Freire, la educación es un movimiento de carácter político. En uno de sus libros más famosos, La pedagogía del oprimido, el activista explica que el problema educativo se resolverá cuando los oprimidos se concienticen de su situación y puedan lograr sus anhelos de cambio. Y para que esto ocurra, tendrán que entender que el cambio habrá de partir de ellos mismos, y no del sistema. Ese sistema es parte de un mundo donde unos pocos tienen el poder, la riqueza y la tierra. A los dueños del poder, a quienes el revolucionario pensador describe como los opresores, no les interesa que la masa se eduque y piense por sí misma.
De la misma manera que encontraron oposición los campesinos que lucharon por la Reforma Agraria al querer poseer tierras y ser propietarios, asimismo, en el ámbito de la educación, se llegará a un punto de plenitud y justicia social cuando los pueblos que viven sometidos a fuerzas sociales superiores se liberen del yugo de una educación tradicional. ¿Por qué? Porque la educación tradicional está diseñada para que los niños reciban cierto contenido y lo repitan sin cuestionar, en lugar de tener una visión crítica de la realidad.
Sostiene Freire que hay que desechar el modelo de enseñanza “bancaria” y reemplazarla por una nueva manera de impartir docencia, que no requiera la memorización y la repetición, sino el diálogo y el pensamiento crítico. La educación bancaria es descrita como “la concepción de la educación como un proceso en el que el educador deposita contenidos en la mente del estudiante”.
El resultado sería entonces que “la pedagogía del oprimido deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación”. Y agrega: “Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado”.
De tal visión surgen las preguntas que cuestionan el estado de las cosas: ¿Por qué no tengo acceso a la educación que mis hijos merecen? ¿Por qué no enseñan educación financiera, a fin que “el secreto” de hacer y multiplicar el dinero sea aprendido entre todos por igual? ¿Por qué se hacen las decisiones más críticas sobre la educación de mis hijos sin mi participación?
En resumen, y parafraseando a Freire, hay que dejarse de ingenuidades y pensar que una nueva forma de entender el mundo va a ser un acto liberador gestionado por quienes inventaron la educación estandarizada. Aquellos que han creado la jaula ideológica, no la van a desarmar por gusto. Les va a tocar a quienes buscan liberarse, padres, madres, masa, pueblo, unirse y empujar desde su empeño por un nuevo paradigma.