Este país, que desde hace tiempo ha sido la estrella económica de Latinoamérica, ha visto caer su crecimiento económico de un promedio del 5% en los últimos años a uno del 1.9% este año. Sin embargo, en una entrevista días atrás, la presidenta Michelle Bachelet me dio la impresión de estar bastante confiada en que las cosas se pondrán “algo mejor” en el 2015, y mucho mejor en el 2016.
Un día antes de la entrevista de 40 minutos en el palacio presidencial, el Financial Times había causado un mini terremoto político en Chile al afirmar que este país había caído en un desempeño económico “mediocre”.
Refutando las críticas de la comunidad empresarial, de que su gobierno de centro izquierda ha ahuyentado a inversores domésticos y extranjeros con sus leyes impositivas para financiar una reforma educativa exigida por los estudiantes, Bachelet me dijo que Chile no es inmune a la desaceleración general que afecta a la economía mundial.
Casi toda Latinoamérica ha caído en lo que el Fondo Monetario Internacional ha descrito como un crecimiento “mediocre”, principalmente debido a factores externos, dijo Bachelet. En el caso de Chile, ha sido especialmente porque se trata de un país que depende mucho del comercio exterior, y que ha sido afectado especialmente por la desaceleración económica de China.
“En Chile estamos creciendo más lento de lo que nos gustaría, sin duda, pero esto no partió en este gobierno, sino a fines del 2012, y lo vimos todo el 2013”, dijo.
Cuando le pregunté cómo espera lograr que la economía vuelva al promedio del 5% de los últimos cuatro años, Bachelet dijo que su gobierno está apostando al desarrollo de la energía solar, eólica y otras fuentes de energía no convencionales, porque Chile es uno de los países que paga más por la energía que usa en su industria minera, que es una de las principales del país.
Además, Bachelet dijo que Chile está apostando a la innovación, la ciencia y la tecnología y a conseguir que las empresas pequeñas y medianas empiecen a exportar. Actualmente, solo el 2% de las pequeñas y medianas empresas en Chile están exportando, agregó.
“El 2015 va a estar algo mejor, en torno al 3% de crecimiento”, dijo Bachelet, agregando que para el 2016 la economía chilena debería crecer “en torno a un 5%”.
Durante la entrevista, le pregunté por su escepticismo inicial sobre la Alianza del Pacífico, el bloque de países de economías abiertas constituido por México, Colombia, Perú y Chile, que fue iniciado por su predecesor, Sebastián Piñera.
“Lo voy a confesar, como yo estaba fuera de Chile, y no tenía mucha información… No veía nada concreto, y me hacía la pregunta: ¿será puro bluff?”, dijo Bachelet. Pero ahora, agregó, “yo estoy muy entusiasmada con la Alianza del Pacífico. Estamos apoyándola con mucha fuerza”.
Le pregunté sobre la reciente declaración del presidente boliviano Evo Morales de que la Alianza del Pacífico es un grupo “lacayo del imperialismo”, pero Bachelet evitó referirse a su par de Bolivia. La presidenta de Chile dijo que la Alianza del Pacífico es un bloque comercial, y que “no pretende ser una alianza política”.
Casi finalizando la entrevista, le pregunté por Venezuela. Bachelet admitió que el bloque sudamericano UNASUR no ha logrado mucho en su intento de mediación en Venezuela tras las protestas estudiantiles que dejaron al menos 43 muertos y cientos de heridos a principios de este año. “Si no ha habido un resultado esperado, entonces quiere decir que en UNASUR tenemos que hacer mucho más”, señaló.
Mi opinión: me fui de Santiago más optimista de lo que pensaba, por una experiencia que tuve durante mi visita que me recordó que Chile sigue siendo un país de instituciones fuertes.
Mientras estaba esperando para ser entrevistado por la cadena estatal de televisión sobre mi nuevo libro “Crear o Morir!”, escuché a un político opositor, que le entrevistaban en ese momento, criticar durísimo a Bachelet. Para mi mayor sorpresa, fue seguido por otro político, que se mostró igualmente crítico sobre la mandataria.
Fue una escena que, hoy día, hubiera sido impensable en la televisión estatal de casi cualquier otro país latinoamericano.
Bachelet me dijo más tarde —cuidándose mucho de no criticar a otros presidentes— que ni se le cruzaría por la mente censurar al canal estatal o usarlo para hacer cadenas con discursos de muchas horas a la nación.
Puede parecer una anécdota trivial, pero dice mucho sobre Chile. Pese a su actual frenazo económico, sigue siendo un país de instituciones fuertes, por lo que no me extrañaría que se recupere pronto, y que siga creciendo más que la mayoría de sus vecinos.