Criticar las opiniones políticas de alguien no debe mezclarse con amenazas de vida. De alguna manera, eso es ahora una disputa discutible.
El mes pasado, la Representante Ilhan Omar, D-Minn., se refirió a los ataques terroristas del 9/11 como: “ocurrió porque algunas personas hicieron algo”. La semana pasada, el Representante Dan Crenshaw, R-Texas, tuiteó en respuesta: “Primer miembro del Congreso en describir a los terroristas que mataron a miles de estadounidenses en el 11-S como que ‘ocurrió porque algunas personas hicieron algo’, increíble”.
Las declaraciones de Omar pronto se hicieron virales y recibió críticas de los medios conservadores. La portada del New York Post el jueves pasado, presentó su cita y una foto de la quema de las Torres Gemelas. “Aquí está tu algo: dos mil 977 muertos por terrorismo”, deletreaba el titular.
Omar pudo haber evadido esto. Su referencia al 11 de septiembre fue grotesca e inapropiadamente desdeñosa, pero fue un comentario aparte en su discurso. Ella pudo haberse disculpado por una redacción descuidada y jurar mejorar en el futuro. En cambio, Omar y sus aliados buscaron silenciar a sus críticos acusándolos de provocar amenazas contra ella.
“Esta es una incitación peligrosa, dadas las amenazas de muerte que enfrento”, tuiteó Omar en respuesta al comentario de Crenshaw. “Espero que los líderes de ambos partidos se unan a mí para condenarlas”.
“Dejen de apuntar hacia ella de esta manera, están poniendo su vida en peligro”, advirtió la representante Rashida Tlaib, demócrata por Michigan.
Omar y Tlaib afirman que la crítica política es el equivalente moral, si no legal, de llamar a la violencia. Esa es una idea peligrosa ya que nuestro sistema de gobierno se basa en un debate abierto y una discusión sobre políticas y políticos, por eso, la Primera Enmienda protege el discurso político.
Sin embargo, los líderes del Partido Demócrata hicieron eco de la línea de ataque de Omar.
El viernes, el presidente Donald Trump tuiteó un video yuxtaponiendo las palabras de Omar con imágenes del 11 de septiembre de 2001. Omar afirmó que el video provocó amenazas en su vida. En respuesta, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, exigió que el “video peligroso de Trump se eliminara”. El candidato presidencial demócrata, Bernie Sanders, también calificó el video de “peligroso”.
“El presidente está incitando a la violencia contra una congresista en función”, tuiteó la candidata presidencial demócrata, Elizabeth Warren.
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben procesar a cualquiera que amenace físicamente a Omar, pero es inapropiado culpar a Crenshaw y Trump por ese comportamiento.
Del mismo modo, sería inapropiado culpar a Omar por las amenazas a la vida de Trump después de que ella dijera que él no es “humano”, o culpar a Sanders porque uno de sus partidarios lanzó una pelota de béisbol durante una práctica y casi mata al representante Steve Scalise, R-La, o culpar a los demócratas por un maestro de Minnesota que solicitó que alguien matara al juez Brett Kavanaugh.
Si los demócratas creyeran que la crítica política fuera una incitación, estarían pidiendo arrestos masivos dentro de los medios de comunicación principales por sus ataques a Trump. En cambio, este es un caso de indignación selectiva, sólo están preocupados por detener el discurso que les está causando daño político.
El discurso no es violencia. La prensa no debería permitir que los demócratas confundan a los dos para proteger a Omar de un merecido escrutinio.