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El circo de Arpaio llega a su fin

Tuvo que pasar casi un cuarto de siglo para que uno de los símbolos más notorios de la discriminación, la xenofobia y el sentimiento antiinmigrante –básicamente en contra de los inmigrantes latinos– se viniera abajo. Bastó una nueva administración en el Departamento del Sheriff del Condado de Maricopa, Arizona, para que la llamada “Ciudad de las Carpas” dejara de existir.

El martes 4 de abril, al menos para el estado de Arizona, quedará marcado como la fecha en que el nuevo sheriff de Maricopa, Paul Penzone, establecía el principio del fin de una era ignominiosa que tenía en la comunidad hispana, básicamente mexicana, a su chivo expiatorio por excelencia.

Desde su establecimiento en 1993, la también conocida en inglés como “Tent City” se catapultó como un verdadero circo mediático, producto de una mente enferma enfocada en exhibir negativamente a la comunidad hispana, utilizando para ese propósito a los detenidos a diestra y siniestra por los agentes a su mando, siempre operando con base en la categorización racial, como lo determinaron diversos señalamientos a lo largo del “reinado” de Arpaio, situación que por fortuna lo tiene en el banquillo de los acusados en la actualidad.

Tal vez Arpaio, de hecho, nunca creyó que lo que estaba haciendo iba a tener consecuencias legales a largo plazo, ni que el desacato en que incurrió al desobedecer las órdenes del juez federal Snow Murray, en el sentido de que dejara de hacer sus arrestos a partir de una especie de “selección racial”, lo iba a meter en problemas. Jefe supremo de su pequeño feudo –o como se le conocía, “el sheriff más duro” del país–, Arpaio se sentía en verdad “todopoderoso”.

Y había quienes incluso justificaban su proceder al decir que “solo cumplía con su trabajo”, como lo escuchó una y otra vez este redactor por parte de un antiguo “editor” que defendía a capa y espada la forma en que incluso ridiculizaba a los presos vistiéndolos con ropa interior color de rosa. No saber al menos un poco de historia conduce siempre a justificaciones de tal magnitud, como quienes justificaban a los esbirros militares de Hitler diciendo que “solamente seguían órdenes”.

Penzone lo dijo muy claramente en su discurso en el que anunció el cierre de dicha “Ciudad de las carpas”, que en todo caso este sitio creaba “una atmósfera de circo” frente a la gente, pero que dicho circo tenía que acabar.

Se tiene planeado que el cierre definitivo se concrete en mes y medio o dos meses, mientras se organiza el traslado tanto de presos como de personal a otros centros de detención.

Mientras tanto, Arpaio, de 84 años, ha pedido que en su juicio programado para empezar el 25 de abril próximo no testifiquen hispanos detenidos ilegalmente por él y su equipo de agentes, pues su defensa alega que es “irrelevante” y solo desataría pasiones en el tribunal. Unos le llaman miedo, otros aceptación inconsciente y anticipada de culpa, pues fueron al menos 190 personas las que arrestó, violando así el mandato judicial.

Lo cierto es que el primer paso ya está dado, no para “exonerar” a los detenidos que seguramente purgan condenas acordes a su delito, sino para demostrar que, al menos simbólicamente, esto es una victoria contra el racismo y el sentimiento antiinmigrante, al mismo tiempo que vuelve a enseñar que nadie en este país está por encima de la ley, ni el sheriff del condado más recóndito, ni el presidente de la casa más blanca.

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